La catedral de Valencia conserva nueve marcas de los canteros procedentes de Huesca que la iniciaron

Actualizado: miércoles, 6 octubre 2010 16:13

VALENCIA, 6 Oct. (EUROPA PRESS) -

La puerta de la Almonia de la catedral de Valencia conserva hasta nueva marcas de canteros que coinciden en su totalidad con los signos de la iglesia de Foces en Ibieca (Huesca) lo que confirma el origen oscense de los artesanos que iniciaron la construcción de la portada románica de la Seu valenciana en 1262.

Estas son las conclusiones que el canónigo conservador del patrimonio artístico de la catedral de valencia, Jaime Sancho, ha explicado en rueda de prensa y recoge en un artículo publicado en el número 3 de la Revista de la Catedral.

Así, pese a la erosión de la piedra, sustitución de bloques y las distintas restauraciones a las que se ha sometido a la parte más antigua de la Seo valenciana todavía permanecen nueve marcas de canteros: la punta de lanzan la flecha, la doble V potenzada, la A sin travesaño, la A cubierta, el báculo, la estrella de cinco puntas, la W y la cruz potenzada.

Estas marcas, ha recordado, las realizaban los constructores en las piedras una vez talladas hasta el siglo XVI o XVII para así luego poder cobrar su trabajo, lo que ha permitido identificar a los artesanos como pertenecientes a los mismos gremiso que levantaron en 1259 la iglesia de Foces y, dos de las marcas, también se localizan en la ermita de Salas en la propia Huesca.

Sancho ha señalado que el escaso lapso de tiempo entre las dos obras hace pensar que los mismos canteros de Foce y Valencia fueron llamados por el mismo Eiximeno de Foces, intendente general del Reino de Valencia desde 1258.

Asimismo, ha explicado que aunque en este periodo el gótico era ya el prevalente, como se observa en las catedrales de Burgos o en León, en esta zona de Hueca en lugar de aceptar este estilo se dio "un reflorecimiento del arte románico" que se trasladó también a Valencia y resultó "la más hermosa y detallada de la época".

RECONDITORIO

Algunos símbolos de la Almoina se encuentran asimismo en el recordatorio de la sacristía de la catedral y en la escalera de acceso a las cubiertas de la girola, con lo que se deduce que las tres obras se realizaron en una misma secuencia constructiva a partir de 1262.

Precisamente, el reconditorio se construyó como relicario secreto para albergar la sagrada Espina regalada por el rey de Francia, San Luis, en 1256. Se trataba de una de las espinas de la corona de Jesucristo que hasta entonces se conservaba en la Saint Michelle de Paris y que el monarca la cedió a condición de que se custodiara en un relicario adecuado. Por ello, ha explicado, se construyó esta cámara secreta a cinco metros de altura y sin escalera de acceso, de planta cuadrada y bóveda de crucería con pinturas que recogen los momentos previos a la Crucifixión de Jesucristo.

Para proteger las reliquias de la Seo y otros tesoros de la catedral por temor a un ataque durante las Germanías del siglo XVI se colocó una puerta caladissa que al bajarse incomunicaba la sacristía del resto del templo, aunque nunca llegó a ser utilizada ya que finalmente los objetos de valor se resguardaron en El Miguelete. Los escombros de las obras se guardaron en este reconditorio donde permanecieron 400 años hasta que se encontró hace dos en las tareas de restauración de la Seu. Curiosamente estos escombros fueron los que preservaron parte de las pinturas originales del deterioro que sufrió el resto del humo que arrasó en 1936 con el despacho que se había instalado en la sacristía.

Por otro lado, también ha revelado la existencia de un parteluz desaparecido de la portada románica de la catedral que fue retirado en 1599 para al parecer evitar la supuesta aglomeración de feligreses que se esperaba para el día 12 de diciembre, cuando una procesión acompañaría el cuerpo de San Mauro, mártir que fue enviado por el papa Clemente VIII al arzobispado Juan de Ribera.

El parteluz estaba rematado con un capitel, hoy desaparecido, dedicado al diluvio universal en el que se representaba al Arca de Noé y un pedestal que aun se conserva en el museo de la Catedral. Sí que se conservan los 411 clavos originales que están colocados en ambos lados siguiendo a forma de arco de medio punto y respetando la antigua columna central que dividía la puerta.

PRIMER RETRATO COLECTIVO

Por su parte el catedrático de historia del arte de la Universidad de Valencia, Jorge Bércher, y la Historiadora Mercedes Gómez-Ferrer han explicado el mito repoblador que en el siglo XVI se depositó sobre las 14 cabezas esculpidas arriba de la puerta románica y que se les considera los siete matrimonios repobladores cristinanos de la ciudad. En cualquier caso, se trata del primer retrato escultórico colectivo.

Así, desde esta fecha se extendió ya asumió el mito fronterizo de 300 doncellas procedentes de Lérida, lugar de origen de los soldados que acompañaron a Jaume I en la entrada de la ciudad, para desposarse con los conquistadores y asegurar así el orden.

Bércher ha destacado que es el primer retrato colectivo, como atestiguan las fotografías tomadas a seis metros desde una grúa que muestran en primer plano las diferencias de gestos y facciones. "Se puede encontrar el retrado de un individuo o como mucho de una pareja, pero no de 14 rostros", ha señalado.

No obstante, pudieron ser también los primeros benefcatores de la catedral que ayudaron a financiar la construcción inicial. Por ello, ha destacado, con independencia de la veracidad del mito repoblador, tantas veces acuñado en la Historia desde Tito Livio a la película 'Caravana de mujeres' de Wellman, la importancia de estas figuras por "ha mantener viva la llamada del recuerdo de los primeros años de la colonización". tantas veces posteriormente retratados, como la película