VALÈNCIA, 24 Ene. (EUROPA PRESS) -
El Palau de les Arts de València abre la programación lírica del año con la emocionante y agónica 'Dialogues des Carmélites', la ópera del compositor francés Francisc Poulenc inspirada en la obra teatral homónima de Georges Bernanos que ahonda en el miedo a la muerte y en los diferentes caminos para enfrentarse a él.
El montaje, ambientado en el París de la Revolución Francesa, se ha estrenado este jueves en el coliseo valenciano consiguiendo emocionar y arrancar el aplauso del público, que no quedó indiferente ante la minimalista pero impactante puesta en escena del canadiense Robert Carsen.
De este modo, el diseño magistral de la iluminación de Carsen y el uso de un gran número de figurantes sirven al director de escena para crear un ambiente lleno de angustia que permite al público sumirse en el dolor y la incertidumbre de las protagonistas.
Riccardo Minasi dirige por primera vez la partitura, ante un nutrido elenco vocal, en su mayoría compuesto por mujeres, que cuenta con la veterana Doris Soffel, en el papel de Madame de Croissy, con Alexandra Marcellier quien interpreta a Blanche de la Force y con Sandra Hamaoui como la hermana Constance de Saint-Denis.
'Dialogues des Carmélites' cuenta la historia en tres actos de las hermanas carmelitas de Compiègne quienes, tras la Revolución Francesa, se vieron en la obligación de colgar sus hábitos y abandonar la institución. Sin embargo, se negaron a hacerlo y acordaron continuar juntas hasta cumplir con su destino: ser ejecutadas públicamente en la guillotina.
La protagonista de la ópera es Blanche de la Force, una joven aristócrata que, atormentada por el miedo a la muerte y por los aires de revolución que se empiezan a respirar por las calles de París, le pide a su padre (Valentin Thill) ingresar en el convento de las Carmelitas de Compiègne para protegerse.
"¿PARA QUÉ VIVIMOS? ¿PARA QUÉ MORIMOS?"
Una vez llega al convento, Blanche conoce a la hermana Constance, cuyo espíritu alegre y despreocupado ante la vida y ante la muerte le hace reflexionar a sobre la posibilidad de vivir sin miedo.
Sin embargo, tras una larga enfermedad, la priora del convento ve cada vez más cerca su muerte lo que le llevará a dudar de todo en lo que había creído hasta el momento y a temer su propia muerte. Este agónico suceso siembra la duda entre Blanche y Constance.
Así, la ópera transita por una paleta de emociones que va desde el entusiasmo hasta el miedo, la angustia o la incertidumbre que experimentan sus protagonistas en un contexto donde afloran los temores y las dudas sobre su fe. "¿Para qué vivimos? ¿Para qué morimos?", se cuestionan.
Todo ello culmina en un poderoso final en el que, las carmelitas, rodeadas de decenas de revolucionarios, llegan a la Plaza de la Revolución y caminan serenas hacia la guillotina mientras entonan el Salve Regina, en una coreografía donde cada nota va acompañada de un movimiento que termina con el sonido metálico de la guillotina cayendo y con cada una de las hermanas asumiendo satisfechas su destino.