Fernando Guillén 'baila' en Valladolid el 'El vals del adiós', que supone su despedida de los escenarios

EP
Actualizado: sábado, 2 febrero 2008 11:41


VALLADOLID, 2 Feb. (EUROPA PRESS) -

El veterano actor Fernando Guillén 'bailará' hoy en Valladolid el 'El vals del adiós', obra inspirada en un texto original del poeta, novelista y ensayista francés Louis Aragón con la que pondrá fin de forma definitiva a su brillante y dilatada trayectoria en los escenarios.

Aunque esta misma obra y el Teatro Español de Madrid parecían haber puesto el broche, en junio de 2007, a su carrera como actor teatral, Guillén, durante la presentación de 'El vals del adiós' que protagonizará hoy en el Teatro Calderón de Valladolid, confesó haber aceptado subirse una última vez a las tablas debido a la "tradición de la ciudad de José Zorrilla" y en reconocimiento a "uno de los públicos más exigentes de España".

El artista, quien en el acto estuvo acompañado por su amigo y director de cine Vicente Aranda; la concejal de Cultura y Turismo, Mercedes Cantalapiedra, el productor de la obra, Salvador Collado, y la gerente del Teatro Calderón, Mercedes Guillamón, justificó su retirada definitiva de los escenarios en que el teatro, pese a ser para él una "adicción y una pasión", es también un "proceso doloroso" que a sus 77 años se hace cada vez más difícil de afrontar, en referencia a que todo papel de protagonista en una obra requiere de un periodo preparativo de unos cuatro o cinco meses.

"Todo esto es lo que me ha llevado a pensar que soy mayor para seguir en el teatro, aunque no en el cine y la televisión. No quiero ser un actor que se arrastre por los escenarios, pero sí por los platós", añadió en clave de humor Fernando Guillén, quien, en declaraciones recogidas por Europa Press, explicó que, con gusto, hará mañana una última interpretación en Valladolid respondiendo así a la invitación que la gerente del Teatro Calderón le hizo en nombre de la ciudad y que supone un pequeño homenaje a su trayectoria, jalonada por un centenar de películas, más de 200 obras teatrales y más de 500 espacios en televisión.

"ES VALLADOLID QUIEN ME LO PIDE"

"Pensé, es Valladolid quien me lo pide, es el Teatro Calderón, uno de los más bellos de España y tan lleno de historia para mí, el que pisé por primera vez en el año 58 ó 59 con la compañía de José Tamayo", declaró el actor, quien añadió que en su decisión también tuvieron peso la tradición teatral de la ciudad, "como no la tienen ni siquiera Madrid o Barcelona", y el hecho de enfrentarse ante un público "tremendamente exigente" que siempre ha sido toda una "prueba de fuego".

En su comparecencia, el protagonista de 'El vals del adiós' y poseedor, entre una larga lista de galardones y reconocimientos, de la Medalla de Oro de Valladolid (1976) y el Premio Teatro de Valladolid (2002), tuvo palabras de profundo agradecimiento no sólo para el Ayuntamiento de la capital, cuya concejal de Cultura y Turismo le hizo entrega de una estatuilla del Conde Ansúrez, fundador de la ciudad, sino también para su amigo y director Vicente Aranda, con quien se 'enzarzó' en un intercambio de 'flores' sobre los méritos contraídos por ambos a lo largo de sus respectivas trayectorias.

La obra que hoy, a las 20.30 horas, pondrá el broche en Valladolid a la carrera como actor teatral de Fernando Guillén, declarado un "cinéfilo impenitente" y al que, con tan sólo 5 ó 6 años, la película 'Horizontes lejanos', de Frank Capra, le metió el gusanillo de la interpretación, responde a un texto original del poeta francés Louis Aragón (1897-1982) y publicado en formato de carta en el otoño de 1972 en el último número de 'Les Lettres Françaises'.

En dicha carta, cuya adaptación, puesta en escena y dirección general corre a cargo del argentino Carlos La Rosa y la música por cuenta de Alfredo Valero, un hombre sentado ante un escritorio repasa todos los instantes de su vida y mezcla su dolor, rabia y desazón con el ácido humor de sus últimos años.

Aunque no está planteada como una alegoría, 'El vals del adiós' es una metáfora sobre los arrepentimientos, las convicciones y los sueños. Fernando Guillén, leyendo y reinterpretando a Louis Aragón, hace una suerte de legado artístico y humano, incomparable y sobrecogedor.

Trasladada a escena, esta última carta muestra el patético adiós literario de un combatiente que, manteniendo incólumes su entereza, orgullo e ideales políticos, se confiesa en el último momento: "Ahora, cuando sufro, al menos he aprendido a no gritar".