EDIZIONES, 09 Ene.
Wagner de Lima Figueiredo, de 34 años, y su caballo Sereno fueron compañeros inseparables en vida, antes de que un accidente de tráfico ocurrido a principios de año cerca de su casa en Paraiba, Brazil, los separara para siempre.
El día de Año Nuevo Wagner murió en un accidente de motocicleta, dejando atrás a amigos, familiares y a su fiel caballo, que significaba un mundo para él. Tanto era así, que los familiares de Wagner no dudaron en que Sereno tenía que estar presente en el funeral para despedirse de su dueño por última vez.
Y así fue.
Durante la procesión del féretro al que acompañaban decenas de seres queridos, vecinos y amigos, Wando, hermano de Wagner, se encargó de llevar a Sereno. Durante todo el camino hasta el cementerio, Sereno iba gimiendo y dando coces con sus patas en el suelo casi todo el tiempo. Lo que sucedió a continuación conmovió a los asistentes hasta las lágrimas.
Fue en el momento en que el vehículo que transportaba el féretro de Wagner se detuvo cuando Sereno comenzó a comportarse de manera extraña, como si comprendiera lo que estaba sucediendo. "Empezó a dar vueltas alrededor del ataúd, olisqueando todo el rato. A continuación, empezó a gemir", dijo uno de los asistentes a The Dodo. "Fue un momento verdaderamente emocionante. Hasta yo lloré cuando vi la escena". Después de aquello, Sereno se detuvo y posó su cabeza sobre el féretro en un desgarrador gesto de aflicción.
Con esta historia no puede quedar duda alguna de que los animales desarrollan un vínculo muy fuerte con sus dueños hasta el punto de sentir dolor o tristeza por su pérdida.
En cuanto a Sereno, con la muerte de Wagner, su hermano Wando ha dicho que tomará la responsabilidad de mantener y cuidar del animal. Después de todo, tras ocho años de convivencia, el caballo es parte de la familia.
