EDIZIONES, 30 nov.
La mala pata quiso que una cría de elefante se quedara atrapada en una profunda fosa de barro en Urulanthanni, Kerala, India, cuando intentaba cruzar un río. Los esfuerzos de su manada, que no se separó de ella ni un solo segundo, para liberarla fueron en vano y la cría tuvo que pasar allí la noche entera.
Al día siguiente, los residentes de las áreas urbanas ubicadas en las cercanías del bosque de Urulanthanni supieron que algo había pasado cuando el incesante barrito de los elefantes rompió el silencio de la noche y llamaron a los funcionarios del Departamento Forestal para pedir ayuda.
Cuando los forestales llegaron con una enorme excavadora, la manada de elefantes se alejó prudentemente de la fosa, mientras esperaban expectantes y ansiosos. La idea era usar la máquina para excavar el terreno para crear un camino por el que la cría pudiera escapar para reunirse con su familia.
Cuatro horas después de trabajo intenso, el pequeño elefante pudo salir corriendo para reunirse con su familia. Y justo entonces sucedió algo que los rescatadores no se esperaban. La manada recibió a su cría con muestras de inusual afecto y en mitad de esa tierna escena, un elefante -se cree que su madre- se giró hacia los forestales y levantó su trompa en varias ocasiones en señal de gratitud hacia ellos.
