MADRID, 9 Feb. (DESCONECTA) -
En un mundo en el que la comunicación es instantánea y cualquier barrera entre una parte del globo y otra está totalmente rota, Clint Buffington ha desarrollado una peculiar afición: encontrar mensajes en botellas a orillas del mar y buscar a sus propietarios.
La labor de detective de este joven profesor estadounidense de lengua inglesa, que cuenta sus experiencias en el blog messageinabottlehunter.com, le han llevado a recorrer medio mundo y a rastrear historias que se remontan hasta cincuenta años en el tiempo.
Según cuenta el mismo, todo empezó en 2007 durante unas vacaciones familiares en el Caribe. Un día, cuando caminaba con su padre en una playa desierta cubierta de basura, algo llamó su atención.
"Debíamos de haber pasado cerca de cientos de botellas ese día --es increíble el volumen de botellas que había en esa playa-- . De hecho, estábamos a punto de irnos cuando algo llamó mi atención. Era una botella azul, sobre la arena, como si el mar acabara de dejarla ahí. Fue como si me golpearan. Había algo dentro", recuerda.
Ese mensaje, que iba acompañado de dos dólares americanos, fue el primero de una larga lista en la particular colección de este 'buscador de mensajes'. Desde entonces Clint ha encontrado más de 80 mensajes y ha llegado a conocer a muchos de sus propietarios, según contó en una entrevista a The Guardian.
ASÍ VIAJA UNA BOTELLA

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Su blog está lleno de historias que bien podrían formar parte de tramas de películas, como el caso de Tina, la propietaria de un hostal en New Hampshire que lanzó al mar una botella en 1970 con un mensaje y una recompensa de 150 dólares para el que la encontrara. Clint lo encontró, e incluso consiguió dar con la hija de Tina, aunque demasiado tarde porque la propietaria del mensaje había fallecido ya.
No es la única historia impregnada de un aura de romanticismo en las memorias digitales de este moderno 'buscador de tesoros'. Está el caso de Janet, una joven que lanzó al mar una botella para conmemorar su aniversario de bodas. Cuando Clint logró dar con ella 27 años después y le leyó el mensaje, Janet se echó a llorar. Se había divorciado de su marido hacía unos años.
Los mensajes que encuentra Clint a veces han viajado durante años a través de todo el océano y a veces apenas han recorrido una millas. Clint se toma mucho tiempo y molestias en descifrar todos ellos.

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En su blog cuenta cómo consiguió contactar con una mujer de Alemania llamada Sabine. Clint encontró su nombre dentro de una botella de plástico en mayo de 2011. Su nombre, el dibujo de un barco llamado Maxim Gorkly y una referencia a una ciudad: Dusseldorf. Era lo único que quedaba de un mensaje que por lo demás se había borrado por completo.
Con estos datos, Clint inició la búsqueda de Sabine. Rastreó los datos que tenía en Google, contactó con varias Sabine de Dusseldorf a través de Facebook, pero no logró dar con ella. Años después, en 2015, decidió retomar la búsqueda e hizo un llamamiento en su propio Facebook para encontrar a Sabine.
El post de Clint se compartió miles de veces. En poco tiempo, el email de Clint se llenó de correos de gente con ofrecimientos más o menos prometedores para encontrar a Sabine hasta que recibió uno que no dejaba lugar a dudas. Era de un hombre que decía conocer a Sabine y haber contactado con ella para pedir permiso para darle su contacto a Clint.
Y así fue como Clint llegó a conocer a Sabine y su historia, y cómo esta había lanzado al mar su mensaje en 2004 durante un crucero entre Alemania y Méjico. El mensaje de Sabine había viajado por el mar durante siete años.
¿Te animas a lanzar tu propia botella? No necesitarás mucho: una botella, papel y lapiz. Y quién sabe, quizás algún día un buscador de tesoros como Clint contacte contigo.