Actualizado 28/12/2025 11:49

La pregunta más incómoda de las Navidades ya no es sobre la pareja o los hijos

La pregunta más incómoda de las Navidades ya no es sobre la pareja o los hijos
La pregunta más incómoda de las Navidades ya no es sobre la pareja o los hijos- UNSPLASH

MADRID 28 Dic. (EUROPA PRESS) -

A las preguntas de siempre -si has adelgazado o engordado, si ya tienes pareja, para cuándo la boda o los hijos- estas Navidades se ha sumado una nueva incomodidad inesperada. No tiene que ver con la vida personal, pero provoca silencios igual de tensos alrededor de la mesa: ¿puedo cargar el coche eléctrico en tu casa?

El auge del vehículo eléctrico ha traído consigo situaciones sociales para las que todavía no hay normas claras. Llegar a casa de un familiar o amigo para una comida larga y darse cuenta de que la batería no aguanta toda la jornada plantea un dilema nuevo: pedir el enchufe puede parecer razonable o profundamente incómodo, según cómo y cuándo se haga.

UNA INCOMODIDAD QUE MUCHOS PREFIEREN NO DECIR EN VOZ ALTA

La sensación no es anecdótica. Una encuesta encargada por Ford a 532 conductores de vehículos eléctricos en Europa, realizada a principios de diciembre, revela que casi la mitad de los conductores en Reino Unido considera incómodo pedir cargar el coche en casa ajena. Al mismo tiempo, una parte de los anfitriones reconoce que la petición puede resultar molesta, aunque no siempre se exprese abiertamente.

Ese malestar contenido es precisamente lo que convierte la situación en delicada. Nadie quiere parecer descortés, pero tampoco dar por hecho un favor que implica consumo eléctrico, tiempo y una cierta invasión del espacio doméstico.

LO QUE DICE EL PROTOCOLO: NO ES UNA CUESTIÓN DE ELECTRICIDAD, SINO DE FORMAS

Desde el punto de vista del protocolo, la clave no está en el coche, sino en los roles. Así lo explica María José Gómez y Verdú, experta en etiqueta y protocolo, que recuerda una norma básica: el anfitrión es quien ofrece y el invitado quien pregunta con cautela.

Pedir cargar el coche no es, en sí mismo, una falta de educación. Lo problemático es darlo por hecho o plantearlo como una necesidad innegociable. Según la experta, este tipo de favores deben formularse como lo que son: algo puntual, sujeto a la disponibilidad y comodidad de quien recibe en su casa.

En ese equilibrio está la diferencia entre una petición razonable y una situación incómoda que el anfitrión acepta por compromiso, aunque preferiría no hacerlo.

CUÁNDO PUEDE SER ADECUADO PEDIRLO Y CUÁNDO NO

El contexto importa, y mucho. No es lo mismo una comida improvisada que una visita planificada con antelación, ni una casa con punto de carga que un domicilio donde enchufar el coche supone reorganizar todo. La recomendación desde el protocolo es anticiparse siempre que sea posible, preguntar con tiempo y aceptar sin reparos un no por respuesta.

También conviene tener en cuenta la duración de la visita. Pedir cargar el coche para una sobremesa larga puede entenderse; hacerlo para una visita breve, menos. En todos los casos, la educación pasa por no convertir la petición en el centro del encuentro ni generar incomodidad añadida.

EL GIRO IRÓNICO: EL COCHE ELÉCTRICO COMO EXCUSA PARA IRSE ANTES

Curiosamente, la situación tiene una lectura inversa. Tal y como apunta Gómez y Verdú, el coche eléctrico también puede convertirse en una salida elegante para evitar sobremesas eternas: "me tengo que ir a recargar" empieza a funcionar como una coartada social tan válida como cualquier otra.

Una muestra más de cómo la tecnología no solo cambia la forma de movernos, sino también las dinámicas sociales. Las normas de cortesía se adaptan, pero el principio sigue siendo el mismo de siempre: leer el contexto, respetar al otro y agradecer cualquier gesto.

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