Actualizado 05/11/2008 18:11

Una profesora discapacitada de la UCM denuncia que tiene que dar clases en un edificio que no está adaptado

MADRID, 5 Nov. (EUROPA PRESS) -

Carmen Rodrigo, profesora de Informática en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), denunció hoy que este curso tiene que impartir sus clases en un edificio distinto a donde estaba hasta ahora y que éste no está adaptado para que ella pueda tener autonomía y movilidad propia sin necesidad de depender de nadie, como ya lo hacía antes.

A pesar de que ha pedido a los responsables de universidad que le dejen estar en el anterior edificio por sus condiciones, la respuesta ha sido negativa. "El edificio en el que he trabajado durante los dos últimos años estaba adaptado, con garaje, aulas y despacho cerca del ascensor, es decir, podía caminar con muletas sin que fuese gravoso para mi cuerpo", indicó.

Rodrigo explicó que dada su discapacidad, cuando las distancias son largas, sufre "mucho", por lo que se compró una silla de ruedas para poder ir de un lugar a otro sin necesidad de tener otras molestias. No obstante, indicó que "como psicológicamente es muy duro", procura usarla lo menos posible.

Sin embargo, este curso se tomó la decisión de impartir las clases de 1º de carrera en otro edificio de Usos Múltiples, en el que ha perdido "de manera muy significativa" su autonomía. "Hay que llamar para que bajen a abrir una barrera, me espera una persona para sacar la silla del coche y me lleva al aula, un tramo por el exterior, otro de rampa y el doble por el interior", señaló.

Además, indicó que esta ayuda la ha conseguido "después de muchas conversaciones" y todo, a pesar de que, en su opinión, el grupo al que está dando clase podría estar en el edificio anterior. "Pero no han querido por políticas internas y de nada me sirvió pedírselo por favor, ni presionar por distintas vías.", apostilló.

Según denunció Rodrigo, las adaptaciones deben ser instrumentos de integración social y no de segregación, pero "el rigor técnico y la honestidad intelectual no han sido puestas al servicio de la verdadera naturaleza de las necesidades y demandas que cada tipo de discapacidad requieren".

A su juicio, este tipo de actuaciones propugna más bien una política de "medidas de discriminación positiva que no dejan de ser discriminaciones", en lugar de propugnar "políticas de acción positiva, eliminadoras de las verdaderas barreras de accesibilidad". La docente universitaria insistió en que el daño moral que le produce esta situación es de "un hondo calado", y como en todo este tipo de improperios, se siento "sola e impotente".