MÉRIDA, 28 May. (EUROPA PRESS) -
El PSOE extremeño consiguió hoy prolongar su hegemonía en la región mediante su séptima mayoría consecutiva, si cabe con más fuerza que en ocasiones anteriores, puesto que el PP se ha limitado al tímido avance de un escaño e Izquierda Unida se ha visto despojada de toda su representatividad parlamentaria.
Cabe subrayar que de las siete mayorías obtenidas por el PSOE en Extremadura, todas, excepto las de 1995, han sido absolutas. La de hoy con 38 parlamentarios, que es la cifra más alta alcanzada por este partido tras la de 1991, cuando se hizo con 39 escaños.
Por tanto, el candidato socialista, Guillermo Fernández Vara, superó con suficiencia el examen de suceder como presidente de la Junta a una figura carismática de la política española desde la Transición como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien en septiembre del año pasado anunció públicamente su decisión de no presentarse a la reelección.
Fernández Vara podrá formar gobierno con total comodidad, sin las ataduras de pactos o coaliciones y con una oposición que queda limitida a un desmoralizado Partido Popular. Izquierda Unida, la tercera formación que en 2003 había conseguido representación, ha perdido los tres escaños que alcanzó en aquella cita y ya no estará presente en la Asamblea de Extremadura en la próxima legislatura.
El próximo presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura posee una amplia experiencia de gestión a sus espaldas, puesto que desde 1995 ha ocupado puestos de responsabilidad en la Administración autonómica, primero como director general de Salud Pública y posteriormente como consejero de Bienestar Social y de Sanidad.
"SEGUNDA TRANSFORMACIÓN"
Las líneas estratégicas de su política a partir de ahora irán encaminadas, como él mismo ha subrayado a lo largo de la campaña electoral, hacia una "segunda transformación" de Extremadura sobre la base de la gestión desarrollada por los gobiernos de Ibarra desde 1983.
Dicha política se materializará mediante medidas de notable impronta económica tendentes al crecimiento y modernización del tejido empresarial e industrial, con el objetivo de fondo de crear 64.000 empleos a lo largo de la legislatura y llegar a una población activa de medio millón de personas.
Por su parte, el cabeza de lista del Partido Popular, Carlos Floriano, quien se presentaba como candidato a la presidencia por segunda vez consecutiva, no logró aupar a su formación a unas cotas de apoyo que significaron un notable salto cuantitativo por encima de los comicios autonómicos anteriores.
Floriano pretendió, sin éxito, conjugar a su favor factores como la retirada de Ibarra, el hecho de que los socialistas llevaran 24 años de gobierno ininterrumpido y un contexto político nacional en el que se evidenciaba una progresiva recuperación del Partido Popular, después del varapalo de las generales de 2004.
Queda por saber a quien considerará su partido como la persona idónea para sucederle como candidato en 2011, dado que él mismo ha anunciado hoy que no volverá a presentarse.
Por su parte, Izquierda Unida, que desde 1991 contaba con representación en la Asamblea, ha quedado fuera del hemiciclo autonómico y deberá llevar a cabo un proceso de transformación interna si desea recuperar una presencia con marchamo parlamentario en la política extremeña.
Probablemente los conflictos internos en la formación, con el surgimiento de una corriente crítica que ha supuesto una división de facto, han significado un obstáculo imposible de franquear para su candidato, Víctor Casco, a pesar de una campaña electoral que supo afrontar con ánimo tras la crisis interna y un discurso bien trenzado.