Dinero y familia se enfrentan en la balanza de 'El Avaro' en el Teatro Romano de Mérida

Un momento de la obra
CEFERINO LOPEZ
Actualizado: jueves, 26 agosto 2010 13:56

MÉRIDA, 26 Ago. (EUROPA PRESS) -

La comedia 'El Avaro' de Molière, dirigida por Jorge Lavelli y protagonizada por Juan Luis Galiardo, presenta una caricatura social de enredos con el dinero y la familia como ejes principales en el Festival de Mérida, donde reunió a unos 1.800 espectadores para su estreno.

Una escenografía cambiante y versátil, iluminada con la habitual técnica de claroscuros del director argentino, sólo con luz blanca, se apropia de la escena del Teatro emeritense para dar cabida, a través de diversas puertas y espejos aberrantes, a los diferentes espacios en los que se mueven los personajes, maquillados de un blanco nuclear.

La intención es clara, "entretener y hacer pensar la sociedad", como ha explicado, en rueda de prensa posterior a la función, Juan Luis Galiardo. El veterano y contundente actor, quien demuestra una vez más que está de vuelta de todo y sobrado de tablas, se erige como el pilar fundamental del montaje al arrancar la mayor parte de las risas y conseguir levantar al 'respetable' en los saludos finales.

"LUISES DE ORO"

Galiardo es Harpagón, un padre más preocupado por sus "luises de oro", cuidadosamente escondidos en un cofre en el jardín de su casa, que por sus propios hijos, a quienes pretenderá casar con personas que les doblarían la edad a cambio de algún beneficio económico, en contra de cualquier delirio de amor de los jóvenes.

El protagonista ha señalado que, en las ya 80 representaciones que lleva la obra, el público "vibra profundamente" para dejar paso después a "la razón crítica", y que lo que interesa a su equipo es "entretener" porque, a su juicio, "el teatro tiene que convertirse en un acto de vertido de emociones que no pasen solo por la razón, sino que los sentimientos afloren".

Asimismo, ha calificado a Lavelli como "un grandísimo director que ha visitado los espacios más importantes del mundo creando", y ha atribuido el "éxito" de la obra al trabajo de todos los actores de la compañía, a quienes pidió que le acompañaran durante su comparecencia ante los medios.

El actor extremeño ha recalcado que el Teatro Romano de Mérida "se creó para que fuera universal" y "para que el mundo disfrute de toda la temática que pueda ser universal, de todos los clásicos", y no "sólo teatro grecolatino", porque sino, ha añadido, "se hubiera hecho de cartón".

AVENTURA DE TRANSPOSICIÓN

Por su parte, el director argentino ha asegurado que la adaptación del montaje al escenario emeritense le ha parecido "una verdadera aventura de transposición", ya que la obra fue concebida en principio para un teatro a la italiana, mientras que el de Mérida cuenta con 52 metros de longitud y tiene "personalidad, fuerza y presencia absorbente".

Según Lavelli, "a menudo puede pasar que el monumento absorba el contenido de lo que se está haciendo", pero ha considerado que "no es el caso", y se ha mostrado "entusiasmado", ya que la experiencia "toma el sentido de estreno prácticamente".

Preguntado por el maquillaje blanco, similar al que utilizó hace dos años en 'Edipo Rey', asegura que "no hay cosas definitivas en teatro", sino que se trata de "una forma de expresión supeditada a una concepción", por lo que el blanco no sería un símbolo de tragedia, sino "un punto de vista".

Al respecto, Juan Luis Galiardo ha apuntado que la "cortina blanca" del maquillaje diluye su "ego" y le sitúa detrás del personaje para "poder sacarlo de dentro".

FIN DE EDICIÓN

Por otra parte, el director del Festival de Mérida, Francisco Suárez, ha agradecido al público emeritense su presencia en esta edición y el haber "entendido perfectamente" el momento de crisis, que también ha afectado al certamen.

Suárez ha destacado también la "colaboración" de las instituciones y de los medios de comunicación, así como a Galiardo y al resto de la compañía, y ha defendido la línea de trabajo "seria y basada en criterios artísticos" del festival, que espera poder perpetuar el año que viene.

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