Dos jóvenes cooperantes extremeños contribuyen por primera vez al desarrollo de una localidad rural de Senegal

Sergio Ramírez y sus compañeros senegaleses trabajando en el campo
SERGIO RAMÍREZ
Actualizado: sábado, 16 octubre 2010 14:31

MÉRIDA, 16 Oct. (EUROPA PRESS) -

Los cooperante extremeños Sergio Ramírez Calero, natural de Herrera del Duque (Badajoz), y Ángel Luis Pinadero Muñoz, de Cuacos de Yuste (Cáceres), han sido los primeros extremeños en colaborar para el desarrollo de una localidad rural de Senegal con un proyecto de cooperación en terreno a través del programa Jóvenes Cooperantes Extremeños que desarrolla el Instituto de la Juventud de la región.

En concreto, Ramírez, estudiante de último curso de Ciencias Ambientales, y Pinadero, ingeniero técnico Agrícola, han participado durante los meses de julio, agosto y septiembre en la transferencia de conocimientos a pequeños agricultores de la región de Thiés, del departamento de Tivaouane (Senegal), gracias al proyecto que la ONG Macodou S. Sall, situada en Navalmoral de la Mata (Cáceres), desarrolla en el país africano, según ha explicado Sergio Ramírez en declaraciones a Europa Press.

Durante este verano, los dos cooperantes extremeños han colaborado con la población local de Ndamnamdou, una zona semidesierta y seca del norte del país africano, para la producción de las cosechas de diversas frutas y verduras.

La contraparte, Macodou S. Sall, cuyas tareas son las de ayudar al mundo rural de Senegal y formar a inmigrantes para que sean agentes de su propia cooperativa, ha sido la que ha desarrollado el proyecto y la encargada de los recursos materiales y del asesoramiento técnico que tanto Ramírez como Pinadero han recibido antes de su marcha.

"ORIENTAR" A LOS CAMPESINOS SENEGALESES

El trabajo de los jóvenes cooperantes ha sido el de "orientar" a los campesinos senegaleses en el uso de la maquinaria dotada, en la utilización del riego por goteo, en la economización del gasoil y en el empleo de productos fitosanitarios, entre otras laboras.

Además, Sergio y Ángel Luis han tenido que cultivar una extensión de 50 hectáreas de mango, cacahuete, mandioca, melón de secano y melón de regadío, "aprovechando el riego por goteo que estaba en la extensión del mago", ha contado Ramírez.

A su vez, han colaborado en el cultivo de un huerto donde se cultivaba pimiento, berenjena y tomates, entre otras verduras y hortalizas, así como 'jhartrofa cuca' (nombre científico) que se usa para biocombustible.

Todos los productos han ido destinados a la venta y del dinero recaudado el 35 por ciento de las ganancias ha formado parte del sueldo de los trabajadores directos que acudían al campo; mientras que el 65 por ciento restante lo gestionaba la contraparte para los sueldos de las personas que trabajan entre los beneficiarios directos y la propia ONG.

Además, la comunidad también se verá beneficiada de las ganancias recaudadas porque parte del dinero se quiere emplear en la instalación del alumbrado público del pueblo, ya que "actualmente no hay", ha explicado Ramírez.

EL DÍA A DÍA EN ÁFRICA

Han pasado tres semanas desde el fin de su proyecto como Jóvenes Cooperantes y Ramírez califica el trabajo realizado en Senegal como "duro", ya que "las condiciones laborales son diferentes a las que hay en Extremadura", apunta.

Para él, el calor ha sido uno de los principales problemas de adaptación, "sobre todo al principio", lo que ha hecho "complicada" algunas tareas. Aún así, asegura haber estado "cómodo" a pesar de que la comida era "muy repetitiva y picante" y de la falta de higiene en algunos casos, lo que provocaba que las heridas se cicatrizasen "peor".

Asegura que las calles están "sin asfaltar", que la basura "se entierra en las puertas de las casas" y que el ambiente "es, por lo general, insalubre". Aunque "lo peor de este trabajo es echar de menos a la familia y a los amigos", añade, "a pesar de que las comunicaciones, tanto vía telefónica como vía internet, son buenas".

EL SÍNDROME DEL COOPERANTE

Sergio ha destacado que esta segunda experiencia en terreno como cooperante (la primera la tuvo a principios de este año 2010 en Nicaragua con el programa Jóvenes Voluntarios con América Latina impulsado por el Instituto de la Juventud de Extremadura y la Asociación de Universidades Populares de la región -Aupex-) le ha servido para madurar, aprender y ser más fuerte.

La experiencia en África le ha ayudado para conocer "otra realidad, otro país y un poco de otro continente". Ha aprendido a llevar una vida "sin apenas comodidad, ni opulencia, ni bienestar, entendido como el bienestar del que aquí estamos acostumbrados".

Aún así, la vuelta es "difícil" y el llamado 'síndrome del cooperante' se hace patente a su regreso. Se muestra "raro" en la adaptación después de tres meses donde se ha tenido que acoplar a las diferencias que presentan tanto el país africano como sus gentes.

Es un "choque cultural importante en cuanto a realidad y comodidades", entre otras cosas. "Hace falta tiempo para asimilarlo y para volver a coger ritmo porque, aunque parezcan que tres meses no es mucho tiempo, allí se viven de manera muy intensa y a mí me han marcado", afirma.

Ramírez cuenta que "no se pueden establecer unos lazos afectivos demasiado fuertes pues luego toca volver", de ahí que la desvinculación emocional con las personas con las que se trabaja en terreno y con lo que se hace es algo de lo que hay que aprender.

Asegura que es "difícil" poner una "barrera lógica" pero "si no te vas a quedar a vivir allí los lazos no tienen que estar fuertemente apretados para que luego puedan soltarse bien, porque si no la vuelta puede ser muy dura".

Cree que "hay que prepararse para no vincularse emocionalmente demasiado", aunque, por otro lado, explica que "si no sientes lo que estás haciendo es muy difícil trabajar porque allí conectas con personas cuyas condiciones de vida no son agradables para alguien que va desde los países del norte".

SER COOPERANTE

Ramírez, estudiante de último curso en Ciencias Ambientales, no piensa alejarse del mundo de la Cooperación Internacional para el Desarrollo y por ello continúa su formación como cooperante porque quiere progresar en este campo. Asegura que esta profesión "es algo que, en cierto modo, engancha y es difícil salir por el valor que tu trabajo adquiere".

Cree en la profesionalización del cooperante, aunque "sin voluntariado no se podría llevar a cabo la cooperación", afirma. Por ello, no duda en dedicarse profesionalmente a ello porque cree que "con estas pequeñas acciones se consigue una sociedad más justa, igualitaria, sostenible y solidaria".

Por último, cita una de las frases del autor E.Burke que siempre le acompaña y a la que hace referencia como su lema: "El pecado más grande es no hacer nada porque piensas que solamente podrás hacer muy poca cosa".

COOPERACIÓN EXTREMEÑA

Ramírez Calero afirma que, aunque la cooperación necesita "evolucionar" porque es un "movimiento relativamente joven", desde Extremadura se está realizando una cooperación "de calidad".

Además, ha asegurado que la comunidad está apostando "mucho" por la formación de los jóvenes que quieran dedicarse a este campo, y por ello se ha mostrado agradecido.

"Aún queda mucho por aprender pero lo que, hasta ahora, la región extremeña está aportando está muy bien", ha concluido.

En el programa Jóvenes Cooperantes de Extremadura han participado un total de 33 extremeños desde el año 2007 en diferentes proyectos en terreno en países de América Latina y África.

Actualmente son cuatro jóvenes los que están realizando tareas de cooperación para el desarrollo fuera de las fronteras españolas y se prevé que entre finales de 2010 y principios de 2011 sean 18 jóvenes extremeños los que viajen a alguno de los países del Sur donde la comunidad autónoma coopera.