Quintana improvisa en su barrio de Vigo un mitin encima de una caja de refrescos entre gritos de 'presidente'

Actualizado: jueves, 26 febrero 2009 16:38

Una mujer lo proclama jefe del Ejecutivo porque "se lleva bien con los mayores", que le piden explicaciones por las bajas pensiones

VIGO, 26 Feb. (EUROPA PRESS) -

El candidato del BNG a la Presidencia de la Xunta, Anxo Quintana, hoy jugó en casa y paseó por el barrio vigués de su infancia, O Calvario, donde se crió en la trastienda de la droguería que regentaban sus padres, en el número 153 de la calle Urzáiz, donde ahora está ubicado un banco.

Ante aclamaciones de "presidente, presidente" y gritos de "BE-NE-GA", el candidato nacionalista improvisó un discurso, no muy diferente de los mensajes que ha lanzado estos últimos días y con una caja de refrescos a sus pies a modo de tarima.

Paseó por la calle que ahora es peatonal, como le recalcó al propio Quintana a una señora mayor, "gracias" al BNG. El candidato estuvo acompañado por la número uno por la provincia de Pontevedra, Teresa Táboas, el aspirante Henrique Viéitez y el teniente de alcalde, Santiago Domíguez.

Otra señora le recibió como "presidente", ya que en su opinión, "debería serlo porque se lleva bien" con ellos, ante lo que Quintana se encargó de aclararle que también lo hace con los jóvenes, tal y como demostró ayer en un acto en Santiago en el cual se arrancó a bailar con la secretaria xeral de Galiza Nova, Iria Aboi. También Táboas quiso dejar claro que el candidato "se lleva bien con todos" los colectivos.

Otra mujer le pidió al cabeza de cartel nacionalista que habilitase un nuevo lugar para poder ir al baile los domingos, después de que en la ciudad olívica se cerrase una mítica sala de fiestas, la Nueva Olimpia.

BESOS, FOTOS Y AUTÓGRAFOS

Le pidieron besos, otros fotos e incluso otros le llegaron a demandar autógrafos en el panfleto electoral, para lo que sacó un bolígrafo de su chaqueta marrón para dejar su rúbrica en él.

Un espontáneo le colocó en la cabeza una gorra de una empresa de desinfección de plagas de termita y desratización para sacarse una foto con él, que Quintana aceptó hacerse con ella puesta y no en la mano, como los "gallegos cuando iban a Madrid con la 'pucha na man' --boina o gorra en la mano--" para pedir lo que le correspondía a Galicia, una de las frases más usadas durante esta campaña por el candidato para reivindicar la labor del BNG en el Congreso.

El cabeza de cartel del Bloque se paró en varias tiendas para observar los escaparates y saludar a sus paisanos vigueses, e incluso entró en un ultramarinos que tiene más de cien años de antigüedad para felicitarles por mantener un establecimiento tradicional. Los responsables dijeron que le conocieron y agradecieron sus palabras.

Quintana no pudo eludir su condición de vicepresidente de la Xunta y algunos se acercaron para pedirle explicaciones por el hecho de que las pensiones en Galicia sean las más bajas del Estado. El candidato explicó que son competencia del Gobierno central, pero tomó nota de la viuda que le mostró su pesar por la cuantía que recibe mensualmente. "Mi madre está en la misma situación", le indicó Quintana.

Otro mayor simplemente se interesó por conocer el porqué de las diferencias y le inquirió sobre si no se debe a la economía sumergida, algo que rechazó Quintana al explicar que la causa, fundamentalmente, es que la mayoría de los gallegos cotizaron en regímenes especiales. El hombre dijo que lo preguntaba por saber, ya que él vive "como un general" con una prestación de 1.200 euros, entre lo que cotizó y un plan de pensiones.

Tras pasear, pararse en la carpa nacionalista y atender a los padres de alumnos del colegio de O Pombal, que piden mejoras para el patio de colegio, Quintana se subió a una caja de 'Kas naranja' para saludar a las decenas de personas que le aclamaron como "presidente" y le pidieron que "hablase".

El candidato obsequió a sus vecinos y simpatizantes que se acercaron con un discurso que no estaba previsto y que articuló con su voz marcada por la afonía, pero que intenta resistir hasta el final mañana de la campaña electoral.