Actualizado: viernes, 5 junio 2009 23:58

LONDRES, 5 Jun. (De la corresponsal de EUROPA PRESS, Eva Martínez Millán) -

El primer ministro británico, Gordon Brown, adelantó este viernes la remodelación de Gabinete para cortar la sangría de renuncias sufrida en las últimas jornadas y presentó un Gobierno con apenas caras nuevas diseñado para garantizar su supervivencia política, el mismo día en el que su partido certificó el peor resultado de su historia en las locales de ayer, en las que quedó como tercera fuerza política del país con el 23% de los votos.

Brown precipitó la reestructuración con la que aspira a recuperar pulso después de que, justo al cierre de los colegios electorales, el ya ex ministro de Trabajo James Purnell anunciase su dimisión para forzarlo a abandonar el número 10 Downing Street "por el bien del Laborismo". Además, el mandatario se garantizó también un cierre de filas en un contexto de abandonos, cinco ministros en total y varios secretarios de Estado, especialmente ante las graves perspectivas de las europeas que se conocerán el próximo domingo, que podrían dejar a los suyos con tan sólo el 16% de los votos.

En una rueda de prensa en su residencia oficial, el primer ministro reconoció que la derrota ya certificada en las locales había sido "dolorosa" y, a pesar de asumir "plena responsabilidad" por la pérdida de los cuatro únicos condados que los laboristas ostentaban en Inglaterra, consideró que sigue siendo la "persona adecuada" para hacer frente a los retos pendientes en el país. "Si no, no estaría aquí", proclamó en una intervención en la que reiteró insistentemente: "No vacilaré, no huiré, acabaré el trabajo".

No obstante, Brown reconoció que la pasada había sido "una noche complicada", después de que la semana más crucial de los dos años que este junio cumple en el poder concluyese con una operación en marcha para desalojarlo del poder, anuncios de dimisiones ministeriales premeditados para ampliar al máximo los daños y apelaciones directas a su renuncia por parte de hasta ahora estrechos colaboradores como Purnell.

En consecuencia, a pesar del varapalo electoral ya augurado en las encuestas, el primer ministro obtuvo hoy oxígeno con el adelanto de una remodelación que finalmente ha quedado limitada a sólo seis caras nuevas y una serie de intercambios de cartera de los que destaca el paso de Alan Johnson, considerado el perfil de consenso para una virtual sucesión, del departamento de Sanidad al Ministerio del Interior que Jacqui Smith deja vacante por decisión propia.

CAMBIO DE PLANES

La sucesión de los acontecimientos en la última semana, y sobre todo en las últimas horas, obligaron a alterar los planes, puesto que a media mañana, cuando la nueva composición orgánica aún estaba por concluir, había hasta cinco cargos ministeriales por cubrir, así como varios rangos inferiores que se fueron ampliando durante la tarde, con la renuncia de varios puestos intermedios, como el de la titular para Europa, Caroline Flint, quien abandonó con duras críticas a un Brown al que acusó de emplear a las mujeres en el Gobierno como mero "escaparate".

Además, el mandatario se enfrentó a la reticencia a ser trasladados de algunos de los principales pesos de su Gobierno, especialmente el ministro del Tesoro, Alistair Darling, quien pese a la fidelidad que le ha profesado durante años, habría preferido abandonar el Gobierno a ser enviado a otro departamento. La marcha del responsable de finanzas en un contexto de crisis actual habría supuesto un duro revés, por lo que Brown decidió renunciar a uno de los movimientos más arriesgados: situar al ministro de Educación, Ed Balls, como canciller de Exchequer.

Balls, considerado el máximo aliado del primer ministro pero con numerosos enemnigos en el partido, especialmente entre la corriente de los 'blairistas', permanece así en su puesto, al igual que otros destacados miembros del Ejecutivo, como el titular de Exteriores, David Miliband; el de Justicia, el veterano Jack Straw; o el de Negocios, Peter Mandelson, antaño enemigo político de Brown, pero actualmente considerado su número dos 'in pectore' por el trabajo en la sombra para garantizar su continuidad.

REMODELACIÓN DE URGENCIA

En consecuencia, la remodelación, de corte defensivo, difiere notablemente de la revolución prevista por Brown para dar a su gabinete una nueva imagen que rompiese con el pasado en el año que teóricamente resta hasta las generales. Sin embargo, la presión que llegó a generarse anoche lo obligó a medidas de urgencia que, según los analistas políticos británicos, si no han reforzado su posición, al menos han evitado el asalto interno al poder que parecía una probabilidad cierta.

Así, se trata de una reestructuración diseñada para asegurar la supervivencia política de un primer ministro que, por el momento, tiene garantizado el cierre de filas de su gabinete tras salvar los riesgos que representó el paso adelante dado por Purnell y que podría haber generado una corriente de renuncias imparable que obligase finalmente a Brown, "determinado a continuar", a renunciar, incapaz de controlar a su propio equipo.

A pesar de que algunos como Miliband o altos cargos 'blairistas' podrían haber propiciado esta situación, finalmente nadie siguió la determinación del ex titular de Empleo. Con todo, los riesgos se mantienen para el mandatario, que deberá capear aún la operación orquestada por un grupo de diputados para desalojarlo del poder y que aseguran poder reunir un centenar de firmas, muy por encima de las 70 necesarias para promover un desafío al liderazgo.

DEBATE AÚN ABIERTO

En cualquier caso, incluso de abrirse este proceso, Brown tendría posibilidades de salir victorioso, pueso que pese a la falta de posibilidades que gran parte de su Gobierno detecta en él, existe el temor a consecuencias aún más devastadoras para el partido de promover una salida que, hasta ahora, no tiene precedentes en un Gabinete laborista, a diferencia de los conservadores, que promovieron un golpe interno contra líderes como Margaret Thatcher.

Los rebeldes aguardan a conocer los resultados de las europeas para actuar, con la esperanza de que una debacle anime a más diputados a sumarse a la campaña contra Brown en la cuenta de correo electrónico creada, precisamente, para registrar el apoyos de aquellos que en el Grupo Laborista concuerdan con que lo mejor para el futuro es proceder de inmediato a un recambio, a pesar de no haberse cumplido aún los dos años de la salida de Tony Blair.

En este contexto, la oposición descartó que los cambios reconduzcan la crisis y reiteró su apelación a una convocatoria de elecciones, principalmente el líder conservador, David Cameron, quien acusó al Gobierno de primar sus intereses sobre el interés general. Cameron vivió hoy una jornada de victorias a costa de los laboristas, a los que sacó 15 puntos, así como de los liberal-demócratas, pero el saldo del 38% obtenido ayer quedó aún así a seis puntos del 44% que su partido consiguió en las locales celebradas hace un año.

OTROS MOVIMIENTOS

Por lo que respecta a los demás movimientos en el Gabinete, el hasta ahora secretario de Universidades, John Denham, asumirá el departamento de Comunidades que dejó vacante el pasado miércoles Hazel Blears, quien protagonizó, junto a Purnell, la salida más perjudicial para el mandatario. Purnell será sustituido por la hasta ahora secretaria de Estado del Tesoro, Yvette Cooper, casada precisamente con Ed Balls y una de las pocas mujeres que se sentarán en el Gobierno.

Defensa pasará a manos de un hasta ahora relativamente poco conocido diputado, Bob Ainsworth, mientras que el secretario de Cultura y Deporte, Andy Burham, asumirá el Ministerio de Sanidad que Johnson abandona para encargarse de Interior. El puesto de Burham, por su parte, será cubierto por Ben Bradshaw.

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