Crónica Afganistán.- Brookings pide terminar con la ventaja talibán antes de comenzar el proceso de reintegración

Actualizado: domingo, 31 enero 2010 14:33

Los talibán creen que cualquier oferta de negociación que se les haga es una señal de debilidad internacional

MADRID, 31 Ene. (EUROPA PRESS) -

El grupo de estudios estadounidense Brookings Institution evalúa en su último informe el compromiso adquirido por la comunidad internacional y el Gobierno afgano en la Conferencia de Londres para reintegrar a los talibán en la sociedad afgana como parte de un esfuerzo de paz; un intento que no obstante depende en gran medida de la ventaja psicológica de la que ahora goza la insurgencia, por la que se permite ignorar cualquier petición para negociar cualquier aspecto que no esté directamente relacionado con la retirada de las tropas internacionales.

En estos momentos, "hablar de una negociación estratégica con los talibán es una muestra de debilidad y sólo sirve para motivarles", apunta el informe, que reconoce los "enormes beneficios" que conllevaría reintegrar, si no a los líderes, a gran parte de los altos mandos y milicianos rasos en la sociedad afgana. Pero "no se sabe muy bien cómo podría conseguirse tal cosa, si la situación no cambia en el campo de batalla".

Además, el programa es, en sí mismo, enormemente complejo. No sólo hay que investigar qué clase de incentivos --sociales, económicos, ideológicos-- podrían animar a los talibán a abandonar las armas; es necesario asegurarse de que el fracturado y débil Gobierno afgano tiene la capacidad para gestionar el proceso de desmovilización.

MOTIVACIONES

Los talibán son un grupo muy heterogéneo relativamente conectado por una ideología salafista antioccidental bajo la que confluyen intereses muy variados: deseo de venganza y gloria, control de los campos de opio, dominación regional o necesidades económicas. Estas últimas son las más tangibles, y a tal efecto la comunidad internacional ha destinado 500 millones de dólares para "convencer" a los talibán de que dejen de combatir.

El problema es que este dinero se acaba, tarde o temprano. Una solución más recomendable consiste en integrar a los talibán dentro del tejido productivo del país, dándoles trabajo, pero ese siempre ha sido el gran obstáculo de todos los procesos de desmovilización, caso por ejemplo de Colombia con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El Gobierno afgano no dispone de tal capacidad, y la enorme corrupción del Ejecutivo de Kabul desanima a cualquier guerrillero que desee abandonar las armas.

Y aún en el hipotético caso de que un guerrillero decidiera abandonar las armas, nadie le garantiza protección en el caso de que sus ex compañeros decidieran tomar represalias. Todos los desertores se convierten automáticamente en "objetivos principales" de los talibán, que desean dar ejemplo a cualquiera que albergue dudas a la hora de dejar el grupo.

En general, Brookings, explica que "la falta de supervisión internacional, las insistentes deficiencias del Gobierno y la ausencia de mecanismos para abordar las motivaciones de los guerrilleros" ralentizarán aún más este proceso.

SOBRE EL TERRENO

Brookings Institution deja claro que cualquier esfuerzo de negociación con los talibán será casi inútil si no se elimina la percepción actual de que los guerrilleros se sienten confiados en su victoria ante las fuerzas internacionales, una opinión con la que el grupo de estudios coincide. "Los talibán entienden, correctamente, que la inercia está de su lado", apunta el informe, que no duda recurrir a un "cliché tan útil como poco esclarecedor" como es que "uno siempre debe negociar desde una posición de fuerza".

El líder talibán afgano, el mulá Omar, no sólo ha ignorado en las negociaciones previas de paz, sino que cada vez que se ha presentado una propuesta de negociación, ha arengado a sus seguidores disfrazándola como un ejemplo de la rendición de las fuerzas internacionales. La cúpula talibán es "un grupo que está muy lejos de exhibir cohesión", pero en este punto concreto, su consenso es total, y hace imposible una oferta de desarme única tanto para líderes como para los estamentos inferiores.

Karzai emerge aquí como una figura clave. De hecho, él fue quien llegó a solicitar que el mulá Omar fuera retirado de la "Lista Negra" que encabeza y en la que se encuentran los talibán más buscados por Estados Unidos. La mera petición de Karzai revela la debilidad de esta lista, que debería gozar de tal respaldo legal que ningún político debería atreverse siquiera a cambiar su composición a cambio de conseguir avances en las negociaciones.

Brookings Institution pide que se refuerce su legitimidad. "Washington y la comunidad internacional deben anunciar que están desarrollando los procedimientos necesarios con arreglo a derecho, continuando procedimientos similares como la situación de los presos de Guantánamo y Bagram". Esto permitiría un mayor margen de maniobra en el caso de que fuera necesario revisar algunos de los nombres incluidos en la lista, siempre que se comprobara que no merecen estar ahí.

Karzai debería involucrarse, fortalecer la capacidad de su Gobierno para mantener negociaciones con los talibán porque "paradójicamente", su figura saldría particularmente beneficiada. "Si propone negociar, quedaría como un buen pashtún", asegura en grupo, en referencia a la etnia que el presidente comparte con los talibán. Pero debe estar preparado ante un "efecto rebote" si las negociaciones triunfan; los talibán se convertirían en un poder legítimo en el sur de Afganistán y Karzai debería estar listo para entender que aún en ese escenario, podría salir bien parado como promotor de la paz en el país centroasiático.