El candidato prodemócrata Alan Leong le acusa de hacer promesas que no tiene la intención de cumplir
BEIJING, 23 Mar. (de la corresponsal de EUROPA PRESS, Débora Altit) -
El jefe ejecutivo de Hong Kong, Donald Tsang, está aprovechando los últimos días antes de las elecciones del domingo, en la que sólo pueden votar los 800 miembros del comité electoral y que Tsang sabe que ganará, para defender ante la ciudadanía su compromiso con la democracia, por la que, según ha asegurado, trabajará durante su mandato, de aquí a 2012.
"Todos queremos obtener el sufragio universal tan pronto como sea posible", declaró ayer Tsang en un encuentro con la prensa extranjera. Tsang, que cuenta con el respaldo de la mayoría del comité electoral, fiel al Gobierno chino y poco predispuesto, por tanto, para la instauración de un sistema democrático en la isla, se ha visto obligado a hacer esta promesa ante la inesperada presión del candidato pro-demócrata Alan Leong, un abogado que en los últimos meses ha atraído la atención de la prensa tras conseguir "colarse" en las elecciones al conseguir los 100 votos necesarios para presentar su candidatura.
No obstante, Leong le ha acusado de engañar a la población hongkonesa y hacer promesas electorales que no tiene la intención de cumplir. "Tsang no es sincero cuando promete que resolverá el asunto del sufragio universal para 2012, ya que también ha añadido como condiciones que no debe minar la libertad, poner en peligro el sustento de la población ni dañar la relación de Hong Kong con el gobierno central", afirmó el candidato demócrata, en declaraciones recogidas por el diario local 'The Standard'.
El equipo de Leong está aprovechando la enorme atención que el candidato pro-demócrata (el primero que se presenta a las elecciones sin contar con el respaldo de Beijing desde que la ex colonia británica pasara a manos chinas, hace 10 años) está generando para intentar despertar entre la población interés por temas que, de otra forma, no suelen ser analizados. Todos los medios, nacionales e internacionales (salvo la prensa oficial china, que ha mantenido en el último mes un prudente silencio), parece sentirse atraída por lo que tiene que decir Leong.
"Hay muchos temas muy importantes y la gente no debería dejar de vigilarlos después del 25 de marzo", manifestó una sus ayudantes, según recoge el diario 'South China Morning Post'.
Su equipo organizó hoy un foro sobre libertad de prensa y de cátedra, mientras que anoche celebraron un mitin en el que participaron representantes de diversas organizaciones no gubernamentales que opinaron sobre temas como la conservación del patrimonio cultural, la enseñanza en clases de pequeño tamaño o la contaminación.
Este tema, el de la polución, se ha convertido en uno de los debatidos durante la campaña, ya que en los últimos años Hong Kong se ha visto invadida por los gases contaminantes llegado de la provincia china de Guangdong --la más próspera, económicamente hablando, del país, pero también, y como consecuencia, una de las que sufre uno de los peores niveles de polución--. Tsang, considerado el defensor de Beijing, ha respondido a las críticas diciendo que ya está en conversaciones con los gobiernos provinciales chinos y que, si gana, también el aire será más puro.
El candidato oficial, por su parte, también se ha rodeado de apoyos en esta especie de simulacro de una verdadera campaña electoral. Tsang protagonizará hoy un mitin en el que se espera la asistencia de unas 3.000 personas de grupos defensores del gobierno central chino. También se ha confirmado la presencia de diversas estrellas locales.
EL MÁS BRILLANTE PERO EL MENOS VOTADO
En una encuesta a pie de calle organizada por una universidad tras el primer debate televisado organizado entre ambos contendientes, los consultados que juzgaron a Leong como el candidato más brillante fueron mayoría; sin embargo, la balanza se tornó a la hora de decidir por cuál de los dos votarían.
Entre la población hongkonesa, y especialmente entre las elites políticas y económicas, existe cierto temor a que Beijing termine irritada ante el exceso de demandas democráticas y tome represalias. Sin embargo, son muchos de estos empresarios los que se muestran molestos ante el papel de consorte que le depara a la ex colonia, ya que a nadie se le escapa la pretensión del Gobierno central de convertir a Shanghai en la capital económica del continente asiático, robándole el puesto a Hong Kong.
Sobre quién es el aspirante perfecto para ocupar el puesto de jefe ejecutivo de la isla todos parecen estar divididos. Hasta las mejores familias, aunque no resulte una gran sorpresa. En su ánimo indagador la prensa ha preguntado al magnate hongkonés Li Ka-shing, el hombre más rico de toda Asia, por quién votaría, a lo que éste no ha respondido pero ha señalado que lo haría por una persona que "ame Hong Kong y a la madre patria", uno de los términos más frecuentes en la fraseología oficial china.
En cambio su hijo, Richard Li (con quien los enfrentamientos, incluso empresariales, son de dominio público), ha expresado sin ambages su apoyo al sufragio universal en 2012. "Si no hay peleas entre padre hijo, entonces es que hay algo va mal con el hijo", ha argumentado, con filosofía poco confuciana, Li Ka-shing.
PRESIÓN SOBRE LOS ELECTORES
La presión que sufrirán los 800 miembros del comité electoral no será poca. El comité ha solicitado que se tomen medidas para garantizar la confidencialidad de las votaciones, y se evite la entrada en la asamblea de cámaras o teléfonos móviles que permitan seguir los movimientos de los electores. En las elecciones de 2004 circuló el rumor de que los miembros del comité eran obligados a fotografíar con su teléfono móvil su voto.
En cualquier caso, la pregunta que todos se hacen no es quién ganará las elecciones, sino cuántos votos lograr arañar Leong a Tsang. Y después de estos dos meses de intensa campaña, pocos dudan ya de que, si en algún momento futuro el movimiento democrático llega a tomar fuerza en Hong Kong, Leong estará situado en una posición privilegiada a la hora de participar en la que sin duda será una contienda más justa.