Crónica Infancia.- La ONU denuncia la amplitud de la violencia contra los niños y la tolerancia de la sociedad

Un informe ante la Asamblea General propone el nombramiento de un representante especial sobre la Violencia contra la Infancia

Europa Press Internacional
Actualizado: jueves, 12 octubre 2006 18:05

NUEVA YORK, 12 Oct. (EUROPA PRESS) -

Alrededor de 53.000 niños y niñas de entre cero y 17 años murieron en 2003 como resultado de homicidios, al tiempo que en el año 2000 al menos 5,7 millones de niños y niñas realizaban trabajos forzosos o en condiciones de servidumbre, 1,8 millones estaban atrapados en la prostitución y la pornografía y 1,2 millones fueron víctimas de la trata. Estas cifras se extraen del informe sobre Violencia contra los Niños del Secretariado General de la ONU que fue presentado ayer ante la Asamblea General y en el que se reclama el nombramiento de un representante especial sobre la Violencia contra la Infancia con un mandato inicial de cuatro años.

El informe, que supone el primer documento que ofrece un panorama completo sobre la amplitud y la escala de la violencia contra la infancia en el mundo, revela que la mayoría de los actos violentos perpetrados contra la infancia permanecen ocultos y son a menudo tolerados por la sociedad.

La violencia contra la infancia incluye la violencia física, la violencia psicológica, la discriminación, el abandono y los malos tratos. Abarca desde el abuso sexual en el hogar hasta los castigos corporales y humillantes en las escuelas; desde el uso de restricciones físicas contra niños y niñas en sus hogares hasta la brutalidad perpetrada por las autoridades encargadas de hacer cumplir las leyes; desde el abuso y el abandono que se produce en las instituciones hasta las guerras entre bandas en las calles donde los niños y niñas juegan o trabajan; desde el infanticidio hasta los llamados asesinatos por "honor".

"La mejor manera de abordar la violencia contra la infancia es impedirla antes de que ocurra", declaró el profesor Paulo Sérgio Pinheiro, el experto independiente nombrado por el Secretario General para dirigir el Estudio.

"Todo el mundo tiene una función que desempeñar en esta tarea, pero los Estados deben asumir la responsabilidad principal", lo cual "significa prohibir todo tipo de violencia contra la infancia allí donde ocurra y quienquiera que sea el que la ejerza, e invertir en programas de prevención para abordar sus causas subyacentes", prosiguió.

"Es preciso que los individuos respondan por sus actos, pero un marco jurídico fuerte no debe referirse únicamente a las sanciones, sino que también debe enviar una señal firme e inequívoca de que la sociedad simplemente rechaza la violencia contra la infancia", añadió Pinheiro.

El estudio, que combina perspectivas de Derechos Humanos, de salud pública y de protección de la infancia, se centra en cinco "entornos" en los que se produce la violencia: el hogar y la familia, las escuelas y los entornos educativos, las instituciones (de atención y judiciales), el lugar de trabajo y la comunidad.

Aunque la violencia extrema contra la infancia puede ocupar los titulares de las noticias, el estudio llega a la conclusión de que para muchos niños y niñas la violencia forma parte de una rutina y es una realidad cotidiana.

LAS CIFRAS

Las cifras que ofrece el informe revelan un "panorama alarmante", según la ONU. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en 2002 alrededor de 53.000 niños y niñas de 0 a 17 años murieron como resultado de homicidios. Asimismo, según los últimos cálculos de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), 5,7 millones de niños y niñas realizaban trabajos forzosos o en condiciones de servidumbre en el año 2000, 1,8 millones estaban atrapados en la prostitución y la pornografía, y 1,2 millones fueron víctimas de la trata.

En 16 países en vías de desarrollo analizados en una Encuesta Mundial sobre la Salud realizada en las escuelas, el porcentaje de niños y niñas en edad escolar que informaron haber sufrido abusos verbales o físicos en la escuela durante los 30 días precedentes oscilaba desde un 20 por ciento en algunos países hasta un 65 por ciento en otros.

Asimismo, según el estudio, los niños y niñas que se encuentran en centros de detención son sometidos con frecuencia a actos de violencia por parte del personal, a veces como forma de control o de castigo, y por lo general por infracciones menores. En 77 países, los castigos corporales y otro tipo de castigos violentos se aceptan como medidas disciplinarias legales en las instituciones penales.

Aunque las consecuencias pueden variar según sea la naturaleza y la gravedad de la violencia infligida, las repercusiones a corto y largo plazo para los niños y niñas "suelen ser graves y perjudiciales", advierte el informe. Las secuelas físicas, emocionales y psicológicas de la violencia pueden tener graves repercusiones sobre el desarrollo, la salud y la capacidad de aprendizaje de los niños y niñas.

Diversos estudios han revelado que el hecho de haber sufrido actos de violencia en la infancia está firmemente relacionado con comportamientos peligrosos para la salud en el futuro, como fumar, consumir alcohol y abusar de las drogas, así como la inactividad física y otros hábitos que conducen a la obesidad. A su vez, estos comportamientos contribuyen a algunas de las principales causas de enfermedades y de muerte, entre ellas el cáncer, la depresión, el suicidio y los trastornos cardiovasculares.

"No importa si ocurre en la familia, en la escuela, en la comunidad, en una institución o en el ámbito laboral, los trabajadores de la salud se encuentran en primera línea de la respuesta a la violencia contra la infancia", declaró el director general interino de la OMS, Anders Nordstroem.

"En primer lugar tenemos que contribuir a evitar que este tipo de violencia ocurra, y que cuando ocurra, los niños y niñas reciban los mejores servicios posibles para reducir sus efectos perjudiciales", afirmó. "Los Estados deben llevar a cabo políticas y programas basados en pruebas empíricas que aborden los factores que conducen al surgimiento de esta violencia, y asegurar que se asignen los recursos necesarios para atacar sus causas subyacentes y supervisar la respuesta a estos esfuerzos", manifestó.

"La violencia contra los niños y niñas es una violación de sus Derechos Humanos, una realidad perturbadora en nuestras sociedades", declaró, por su parte, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour.

"Nunca puede estar justificada, ya sea por razones disciplinarias o debido a las tradiciones culturales", advirtió. "No se puede aceptar el concepto de un nivel 'razonable' de violencia", ya que "el peligro que conlleva la violencia legalizada contra la infancia en un contexto concreto es que se produzca una tolerancia a la violencia contra la infancia en general", añadió.

"La violencia tiene un efecto duradero no solamente sobre los niños y niñas y sus familias, sino también sobre las comunidades y los países", declaró la directora ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Ann M. Veneman. "Damos la bienvenida a este amplio estudio acerca de las repercusiones de la violencia sobre la infancia", añadió.

REPRESENTANTE ESPECIAL

El informe reclama que se tomen varias medidas para evitar la violencia contra la infancia a través de 12 recomendaciones generales que abordan esferas como las estrategias y los sistemas nacionales, la recopilación de datos y la necesidad de garantizar que todos los implicados asuman sus responsabilidades.

A nivel internacional, el informe pide el nombramiento de un representante especial sobre la Violencia contra la Infancia, con un mandato inicial de cuatro años, para actuar como defensor mundial de alto nivel en la promoción de la prevención y eliminación de todo tipo de violencia contra la infancia y para fomentar la cooperación y el seguimiento.

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