Crónica Taiwán.- Taiwán deberá optar entre la sumisión a China y la supervivencia numantina

Actualizado: viernes, 15 junio 2007 17:15

Los taiwaneses deberán elegir presidente el próximo año entre el independentista Frank Hsieh y el unionista Ma Ying-jeou

TAIPEI, 15 Jun. (De la enviada especial de EUROPA PRESS, Débora Altit) -

Tiene el equivalente a la población de Australia y Nueva Zelanda sumadas, celebra elecciones libres desde hace quince años y cuenta con economía que crece una media del cuatro por ciento y que se ha adaptado al curso de los tiempos especializándose en el desarrollo de tecnologías de la información.

Sin embargo, Taiwán y sus avances son recibidos con el silencio de una comunidad internacional teóricamente defensora de los valores democráticos que no se atreve a toserle al coloso chino. La isla celebra elecciones entre diciembre y marzo próximos y la duda es si pensará con la cabeza y pasará por el aro chino o si le podrá el corazón y continuará con su lucha numantina.

Los candidatos para los comicios del próximo año son el ex primer ministro Frank Hsieh por el Partido Democrático Progresista (PDP), actualmente en el poder y defensor de posturas independentistas, y Ma Ying-jeou por el Kuomintang (KMT), grupo que no niega su vinculación con la República Popular China y apoya, en último término, la reunificación. Ambos tienen en común, aparte de haber sido acusados de corruptos, unas maneras suaves que se alejan del radicalismo del actual presidente Chen Shui-bian, lo que hace pensar que, al menos en las formas, el ganador iniciará una nueva etapa.

"En el año 2000, cuando Chen fue elegido por vez primera, China creyó que era pura casualidad. En 2004, cuando volvió a ganar, pensó que había sido sólo por la historia de los disparos. Si ahora ganamos de nuevo China se verá obligada a aceptar la realidad y establecer un diálogo con nosotros", ha declarado esta semana Frank Hsieh, que aboga por la "coexistencia" con China, aunque sin olvidar el principio fundamental de identidad nacional de su partido.

Chen resultó herido en una pierna mientras hacía campaña en un tiroteo de dudoso origen. Según los analistas, el suceso no hizo cambiar en líneas generales la intención de voto, pero sí puso en marcha una alerta nacional que impidió votar a muchos miembros de las Fuerzas Armadas, votantes tradicionales del KMT.

LA SUPERVIVENCIA ECONÓMICA

Ma, por su parte, recomienda dejar a un lado las posturas "románticas", según sus palabras, del DPP, e ir al grano: "Hemos sido reducidos diplomáticamente pero no queremos ser aislados económicamente", señala Ma.

La isla mantiene relaciones diplomáticas con sólo 24 países frente a los 169 de China (las heridas de la última pérdida, Costa Rica, aún estás recientes y hay que adelanta que Nicaragua será la siguiente). Y poco queda, según denuncia el KMT, del "milagro" económico que hizo famosa a la isla en otra época.

El enfrentamiento con China le ha supuesto a Taiwán crecer la mitad que antes (hasta la llegada de Chen su crecimiento anual era del 8%), unos salarios congelados durante casi una década pese al crecimiento de la inflación, la huida de los más jóvenes (la tercera parte de los recién licenciados se van en busca de trabajo a China, donde se calcula que viven al menos un millón de taiwaneses), y que, según los cálculos, las tres cuartas partes de la IT producida en China tengan como origen fábricas de empresarios taiwaneses.

La postura de Ma coincide con la de la mayoría de empresarios del país: "Yo no soy un político, soy un hombre de negocios. Y desde mi punto de vista sólo puedo sugerir al Gobierno que, si no abren el mercado a China y levantan las limitaciones actuales, perderán muy pronto su oportunidad", opina George Chou, presidente de la compañía taiwanesa de biotecnología AsiaGen.

"Quiero ver a una Taiwán más abierta y más global. La mitad de la economía taiwanesa se basa en la exportación, y el no poder contar con tratados de libre comercio con ningún país (por la presión diplomática china) nos está afectando mucho", afirma David Hong, presidente del Instituto de Investigación Económica de Taiwán. Según Hong, que la isla se abra a China no supondrá su desaparición, porque "habrá más competencia, y eso será bueno para nosotros".

IMPOSIBLE VOLVER ATRÁS

China desea la asimilación de Taiwán de una forma parecida a la ocurrida con la ex colonia británica de Hong Kong, de cuya devolución al gigante se cumplen diez años el próximo mes, y promete a la "provincia rebelde" las mismas ventajas financieras.

Pero lo cierto es que, desde que el futuro de Hong Kong se decide en Beijing, la ex colonia ha observado cómo el Gobierno central aplica políticas para favorecer a su favorita, Shanghai. Y los derechos públicos también van en retroceso, hasta el punto de que la celebración de elecciones democráticas cada vez queda más lejos; y que, a la hora de hacer declaraciones, los hongkoneses opten más y más por hablar pero en condición de anonimato por temor a represalias, una práctica extendida en China continental.

"No creo que podamos hongkonizar Taiwán", ha manifestado el candidato del PDP, Frank Hsieh, una afirmación con la que se coincide desde los círculos más afines. "Nuestra democracia está aquí y es caótica, pero sigue siendo una democracia", afirma Michael Hsiao, director del Centro de Estudios para Asia-Pacífico de la Academia Sinica. "Está aquí, funcionando, y la gente no está contenta pero no quiere perderla. Los taiwaneses no quieren volver atrás".

Los expertos recuerdan que, pese a las acusaciones de corrupción vertidas desde uno u otro bando, el país figuraba en 2005 en el número 34 por su nivel de transparencia (España estaba en el 23). Además, a pesar de las vergonzosas peleas entre los parlamentarios taiwaneses, que tan famosas se hicieron en los años 90 y que todavía hoy se repiten alguna vez, la isla cuenta con una de las clases políticas con más alta formación académica y experiencia internacional. Y el índice de participación, salvo en las últimas elecciones locales, suele acercarse al 80%.

EL RESULTADO

Nadie se atreve a pronosticar el resultado de las próximas elecciones, que según los analistas es probable que se decida en las últimas semanas, aunque no haya tiros ni amenazas lanzadas desde Beijing (que ya comprobó, en casos anteriores, que sus intentos de intervención terminaban volviéndosele en contra).

Es previsible el triunfo de Ma en Taipei y el resto de localidades del norte del país, reducto tradicional del KMT, a pesar de que en las elecciones locales de 2006 Frank Hsieh, que se presentó como candidato a la alcaldía de la capital, consiguió robarle votos a su oponente. También se espera que el PDP logre movilizar a sus votantes de Kaohsiung y otras localidades del sur, donde el sentimiento nacionalista es más fuerte (la mayoría de huidos de China tras perder la guerra contra el Partido Comunista se concentraron en el norte) y no se disfrutó de un desarrollo económico hasta la llegada del PDP al poder.

Los votantes más jóvenes, entre quienes el sentimiento de identidad es mucho más marcado (en una encuesta de hace un par de meses el 80% de los consultados de menos de 30 años rechazaba que Taiwán sea parte de China), fueron responsables en gran parte de la subida al poder de Chen, aunque ahora se muestran decepcionados con su mala gestión política y los escándalos por corrupción.

Si algo llama la atención, a la luz de las estadísticas, es la rapidez con la que ha ido creciendo, en cuestión de meses, el sentimiento nacionalista entre la población taiwanesa, posiblemente más que por los discursos beligerantes de Chen por el rechazo al acorralamiento al que los está sometiendo China, y que hace que la palabra "dignidad" sea una de las más repetidas entre los nacionalistas.

Mientras China-Goliat calla, habrá que ver si el votante apuesta por seguir resistiendo o cede para que las aguas vuelvan a la calma y opta por el KMT, de cuya verdadera vocación democrática aún se duda.