NUEVA YORK 16 Jun. (del corresponsal de EUROPA PRESS, Emilio López Romero) -
La Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos ya ha puesto cifras a la reforma sanitaria que quiere aprobar la Casa Blanca. Es una primera estimación preliminar que muy probablemente cambiará en los próximos meses durante las negociaciones en el Capitolio, pero a día de hoy el dato que manejan es un billón de dólares (unos 720.000 millones de euros al cambio actual).
El presidente Barack Obama ha repetido varias veces que una de las principales prioridades de su mandato es lograr aprobar una reforma sanitaria, para lo que se ha fijado como fecha antes de que concluya el año, y lleva varias semanas defendiendo su propuesta en reuniones con legisladores y expertos del sector.
La CBO, como se conoce esta oficina independiente del Congreso, ha hecho una primera estimación del coste y los beneficios que tendrían diferentes propuestas de reforma sanitaria que ya empiezan a circular por Washington. La intención del Gobierno es hacer más accesible la atención sanitaria, en un país donde se calcula que 45 millones de personas no tienen seguro médico.
La Administración Obama considera inadmisibles esas cifras y pretende con esta nueva reforma reducir el número de no asegurados hasta 16 millones para 2015, año en el que se prevé que habrá hasta 51 millones de personas sin seguro si alguien no toma las riendas de este problema y decide afrontarlo con todas sus consecuencias.
Uno de los principales impulsores de los cambios en el sistema es el veterano senador demócrata Ted Kennedy, que preside el Comité de Sanidad, Educación, Trabajo y Pensiones de la Cámara Alta, donde en las próximas horas comenzarán los debates para intentar sacar adelante una propuesta legislativa, según informa la cadena CNN.
El proyecto de ley encima de la mesa establece subvenciones del Gobierno federal a los estados para que puedan ayudar a la gente a costearse un seguro médico, teniendo en cuenta que este gasto es la primera causa de bancarrotas individuales en el país. La idea sería beneficiar a las familias de bajos ingresos y a pequeñas empresas que necesiten ayuda para cubrir a sus trabajadores.
Obama lo ha dicho alto y claro. "No se trata de un lujo sino de una necesidad". Y ha ido más allá y en una de sus últimas declaraciones en público sobre este espinoso asunto advirtió que de no hacer frente a la reforma millones de estadounidenses sufrirán las consecuencias de un sistema que a todas luces ha demostrado que no funciona.