Expertos aseguran que dar a las mujeres acceso a los recursos agrícolas podría acabar con el hambre en el mundo

Campesinos recogiendo la cosecha en una plantación de Kenia
NOOR KHAMIS / REUTERS
Actualizado: viernes, 16 diciembre 2016 20:55

ROMA, 16 Dic. (Thomson Reuters Foundation/EP) -

Si las mujeres agricultoras tuvieran el mismo acceso a la propiedad de la tierra, las herramientas y los créditos bancarios que los hombres, el aumento en la producción agrícola que eso supondría podría acabar con el hambre en el mundo, según han asegurado un grupo de expertos humanitarios este viernes.

Los rendimientos de la agricultura mundial podrían llegar a aumentar más de un tercio si se concediera a las mujeres el mismo acceso a los recursos necesarios para la agricultura que tienen hoy en día los hombres, según ha afirmado Neven Mimica, comisario de Cooperación Internacional y Desarrollo para la Unión Europea.

"Como resultado, habría 150 millones de personas hambrientas menos en el mundo", ha asegurado Mimica ante un comité de expertos reunidos en la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) este viernes.

Los niños también tendrían mejores perspectivas de cara al futuro si sus madres no sufrieran inseguridad alimentaria y tuvieran acceso a una educación, según ha añadido. "Si de verdad pretendemos poner fin a la pobreza de una vez por todas, necesitamos aumentar nuestro apoyo a las mujeres en zonas rurales", ha señalado Mimica.

Las mujeres y las niñas conforman el 60 por ciento de la población global que sufre inseguridad alimentaria crónica --ya que en muchas ocasiones son las últimas en comer y las que menos comen dentro del núcleo familiar-- según ha asegurado el presidente mauritano, Amená Gurib Fakim, presente en la reunión.

Las mujeres son el 45 por ciento de la mano de obra agrícola en el mundo y, sin embargo, poseen menos del 20 por ciento de las cosechas a nivel global, de acuerdo con datos de FAO. De media, las mujeres trabajan 12 horas a la semana más que los hombres en los países en desarrollo y reinvierten un 90 por ciento de sus ganancias laborales en el mantenimiento del hogar.