HYDERABAD (INDIA), 19 (EP/AP)
Cientos de policías antidisturbios se dispersaron el sábado en las calles de Hyderabad, con el objetivo de evitar que el atentado dinamitero perpetrado la víspera en una mezquita agrave la violencia religiosa en esta ciudad del sur de India.
La mayoría de las tiendas permanecieron cerradas, en un parón de un día, para protestar contra el atentado del viernes en la mezquita Meca del siglo XVII, que dejó 11 muertos, y los enfrentamientos posteriores con la Policía, donde fallecieron cinco personas más.
Las autoridades en todo el país fueron puestas en alerta ante posibles enfrentamientos entre hindúes y musulmanes, y algunos prominentes funcionarios pidieron calma.
Los manifestantes colocaron numerosas banderas negras de luto en toda la ciudad, y los familiares de los muertos se preparaban para los funerales.
Y.S. Rajasejara Redy, gobernador del estado de Andhra Pradesh, donde se ubica Hyderabad, consideró que el atentado representó un "sabotaje intencional a la paz y la tranquilidad en el país".
El primer ministro Manmohan Singh condenó también el ataque, el segundo ocurrido en una mezquita en un año, e instó a la población a mantener la calma.
Ningún grupo se atribuyó la responsabilidad del atentado.