LONDRES 9 Jun. (De la corresponsal de EUROPA PRESS, Eva Martínez Millán) -
La liberación de un destacado miembro de una facción de la insurgencia chií relacionada con el secuestro de cinco ciudadanos británicos en Irak ha abierto nuevas esperanzas para la puesta en libertad de los rehenes, que el pasado 29 de mayo cumplieron dos años de cautiverio.
Se trata de Laith Khazili, un antiguo colaborador del clérigo radical Muqtada al Sader y miembro del grupo conocido como Liga de la Rectitud, parte a su vez del de Resistencia Islámica Chií al que estaría vinculado Al Sader y que estaría detrás del secuestro perpetrado en una oficina próxima a la sede del Ministerio de Finanzas por 40 milicianos chiíes disfrazados de policías.
Las propias autoridades iraquíes consideraron que el movimiento podría acelerar la salida del instructor informático Peter Moore y los cuatro escoltas, quienes estarían con vida y en buenas condiciones. La Embajada de Reino Unido en Irak había recibido en marzo una prueba de vida que indicaba que estaban bien, pese a que en julio de 2008 sus captores había distribuido una grabación en la que se daba cuenta del supuesto suicidio de uno de ellos cuando se cumplía un año del cautiverio.
Por su parte, Khazili se encontraba hasta ahora bajo custodia de Estados Unidos, que finalmente decidió traspasarlo a las autoridades iraquíes, que lo liberaron de manera inmediata, cumpliendo así con una reivindicación del grupo al que pertenece, impuesta como condición para el futuro de los rehenes británicos.
Según el comunicado difundido en marzo, esta decisión se vería seguida de la liberación de uno de los escoltas, mientras que la del resto quedaría a expensas de un nuevo proceso de intercambio de detenidos que debería concluir con la entrega del hermano de Laith Khazili, Kais, leal a Al Sader y en manos del Ejército de Estados Unidos como sospechoso de un atentado en el que hace cuatro años murieron cuatro soldados norteamericanos.
CAPTURA Y NEGOCIACIONES
Los dos hermanos fueron capturados por el Ejército de Reino Unido en Basora (sur de Irak) en marzo de 2007 junto al ciudadano de nacionalidad libanesa Ali Mahmud al Dakdouk, vinculado con Hezbolá y cuya liberación formaría también parte de las demandas de los secuestradores.
En cualquier caso, la diplomacia británica ha negado que la liberación del primero de los reclamados forme parte de un acuerdo con los insurgentes, si bien ha reconocido su "optimismo moderado" ante las posibilidades de una solución que ponga fin al cautiverio. No obstante, las autoridades de Reino Unido, al igual que las de Estados Unidos, consideran que el grupo está muy dividido internamente y barajan que el comunicado de marzo correspondiese a una facción que intentaba intervenir en las negociaciones.
En este sentido, el caso inicialmente apenas tuvo presencia en los medios de comunicación británicos, en línea con otros similares acontecidos en Irak, debido a la mínima cobertura pedida por el Ministerio de Exteriores, acordada con las propias familias y por la demanda de silenciamiento exigida por los captores, ante la que la Foreign Office optó por evitar injerencias externas que se interpongan en los contactos.
SILENCIO INICIAL
De hecho, durante el primer año del secuestro, el Gobierno optó por el silencio para evitar perjudicar las negociaciones, después de que la primera prueba de vida de los secuestrados no se produjese hasta diciembre de 2007, cuando uno de ellos, el que supuestamente se habría suicidado, apareciese en un vídeo distribuido por la cadena de televisión de los Emiratos Árabes Unidos Al Arabiya.
Esta grabación incluía un comunicado de los propios captores en el que amenazaban con poner fin a su vida de no producirse la retirada de las tropas británicas de Irak. Poco después, en febrero de 2008, el mismo canal, con base en Dubai, difundió una segunda grabación en la que otro de los rehenes, de nombre Peter, exigía en nombre de los captores a Gordon Brown la liberación de nueve iraquíes como condición para la suya propia.
No obstante, hasta ahora los ultimátum parecen no haber sido llevados a cabo y hasta ahora sólo se ha dado cuenta del nombre de uno de los secuestrados, el experto informático Peter Moore, de Lincoln, que trabajaba para el departamento de consultoría de la compañía norteamericana Bearingpoint, mientras que los otros cuatro, empleados de una empresa de seguridad que ejercían como escoltas de Moore en su estancia en Bagdad, han sido tan sólo nombrados por sus nombres de pila: Jason, en dos casos, Alec y Alan.