ISLAMABAD, 18 Jun. (Reuters) -
El principal partido de la oposición paquistaní ha acusado este jueves al poderoso Ejército de intentar arrebatar poder a un gobierno provincial, intensificando las disputas entre las Fuerzas Armadas y los políticos de Karachi, la mayor y más rica ciudad de Pakistán.
Durante la semana pasada, militares y políticos cruzaron acusaciones sobre corrupción por algunos negocios en la ciudad portuaria de Karachi, donde viven unos 20 millones de personas y el corazón financiero del país.
Los políticos paquistaníes desconfían profundamente del Ejército, que tiene un largo pasado de golpes de Estado y ha gobernado la nación armada nuclearmente durante casi la mitad de su historia.
Las fuerzas políticas de la provincia de Sindh, cuya capital es Karachi, señalan que el Ejército está tratando de debilitar los principales partidos de la ciudad.
La semana pasada, el responsable de los Rangers de Pakistán, una fuerza paramilitar dependiente del Ministerio del Interior cuya función es mantener la seguridad en zonas de conflicto, anunció que "un importante partido político" está protegiendo a mafias que se han hecho con 2.300 millones de dólares anuales (2.000 millones de euros) en Karachi a través de extorsión, contrabando, control sobre el suministro de aguas y la apropiación de tierras.
El lunes, los Rangers hicieron una redada en la oficina de la Autoridad de Control de Edificaciones de Sindh buscando pruebas de esta apropiación de tierras, lo que provocó una respuesta furiosa de las autoridades.
Tras ello, el expresidente Asif Alí Zardari, que lidera el opositor Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), advirtió al Ejército de que no sobrepasara sus obligaciones. "Todo tiene un límite. No os entrometáis en asuntos donde no tenéis autoridad o mostraremos las fechorías de vuestros generales", ha advertido.
Los Rangers lanzaron una operación contra milicianos y delincuentes en Karachi en 2013, pero los partidos políticos alegan, cada vez más, que se están volviendo contra ellos. La Policía de la ciudad de Karachi dice que la mayoría de los delincuentes cuentan con una potente protección política.