Pakistán.- Intensas protestas por el ataque del Ejército contra una escuela islámica que causa 80 muertos

Actualizado: lunes, 30 octubre 2006 18:56

Un líder religioso nacional asegura que podría haber 30 niños entre los fallecidos

CHINGAI (PAKISTÁN), 30 Oct. (EP/AP) -

Tropas del Ejército paquistaní apoyadas por helicópteros atacaron un supuesto campamento de Al Qaeda y mataron a 80 presuntos milicianos, según fuentes militares. El campamento la organización terrorista estaba situado en el distrito de Bajur, cerca de la frontera afgana. Este ataque es el más importante llevado a cabo por Pakistán contra las milicias islamistas que actúan en Afganistán.

Sin embargo líderes locales y testigos del ataque aseguraron que las víctimas del ataque eran profesores y alumnos de una madrasa o escuela coránica de la localidad de Chingai, cerca de la ciudad de Jar.

Al menos tres hombres jóvenes fueron trasladados desde la madrasa al principal hospital de Jan con heridas críticas, informó un doctor del hospital, Imran Jan.

El ataque provocó importantes protestas en Chingai, Jar y otras localidades de Bajur y los líderes tribales y dirigentes políticos denunciaron que las tropas paquistaníes asesinaron a civiles inocentes y no a terroristas.

Helicópteros militares dispararon entre cuatro y cinco misiles contra el campamento, donde habría unas 80 personas, explicó un portavoz militar, el general Shaukat Sultan. Las explosiones destrozaron el edificio y provocaron la muerte a todas las personas que se encontraban en el mismo. El Ejército ha confirmado que sólo tres personas sobrevivieron al ataque.

Sultan aseguró que las estimaciones iniciales se basan en un informe de la inteligencia paquistaní que asegura que había paquistaníes, pero también combatientes de otros países. "Estos milicianos están implicados en acciones dentro de Pakistán y probablemente en Afganistán", añadió.

Según el Ejército, la madrasa era utilizada para entrenar milicianos y sólo fue atacada tras constatar que los responsables de la escuela no atendieron las órdenes de cierre que les hicieron llegar durante las últimas semanas.

Entre los fallecidos está el imán Liaquat Hussain, director de la madrasa y presunto colaborador de Al Qaeda. Hussain podría haber dado cobijo a varios miembros de la organización terrorista.

Según la inteligencia paquistaní un líder local de Al Qaeda, Faqir Mohammed, uno de los organizadores de la manifestación que ayer movilizó a unas 5.000 personas en Damadola, visitaba frecuentemente la madrasa aunque se desconoce si se encontraba dentro en el momento del ataque.

Uno de los ministros de la autoridad provincial, Siraj ul Haq, condenó el ataque y anunció su dimisión como protesta. "El Gobierno ha lanzado el ataque durante la noche, lo que va contra el Islam y las tradiciones de la zona", afirmó Ul Haq durante el funeral. "No fueron avisados. Es un ataque no provocado contra una madrasa", añadió.

ENTIERROS ESPONTÁNEOS

Varias horas después del ataque, miles de personas participaron en tres funerales públicos celebrados consecutivamente en una explanada cercana a la madrasa. Después tuvo lugar un entierro espontáneo de las víctimas, según un periodista de AP que asistió a los actos.

Los restos de al menos 50 personas fueron depositados en lechos de madera colocados tradicionales de forma consecutiva en varias filas y fueron cubiertos con sábanas de colores. Los asistentes recorrieron las hileras de fallecidos para rezar.

Un recuento exacto de las víctimas se hizo imposible debido a las numerosas amputaciones que sufrieron y a que en algunos de los lechos había restos de dos o más personas.

En la madrasa decenas de personas recolectaron de entre los escombros los restos de otros 30 cadáveres y los depositaron en bolsas de plástico que se utilizan normalmente para transportar fertilizante.

"Escuchamos a los helicópteros y después las explosiones", afirmó uno de los aldeanos, Haji Yussef. "Todos sentimos una profunda tristeza por lo que hemos visto", añadió.

Miles de personas se desplazaron al lugar del ataque desde las aldeas cercanas para rezar y llorar a los fallecidos. El edificio quedó totalmente demolido y entre los escombros había cojines desgarrados y copias del corán y libros islámicos dispersos.

PROTESTAS

En Jar unas 2.000 personas se manifestaron por la principal calle de la ciudad coreando consignas contra el presidente paquistaní, el general Pervez Musharraf, y contra el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. "Muerte a Musharraf, muerte a Bush", gritaron. Varios legisladores locales presentaron su dimisión como protesta por el ataque.

En Islamabad, el líder religioso más importante del país, Qazi Hussain Ahmed, calificó de "basura" las informaciones oficiales que aseguran que las víctimas eran milicianos y añadió que había 30 niños entre las personas que estaban en la madrasa cuando se produjo el ataque. Además, Ahmed hizo un llamamiento a nivel nacional para manifestarse contra el Gobierno paquistaní y sus aliados estadounidenses.

Estados Unidos ha emplazado a Islamabad a intervenir en la región de Kunar, fronteriza con Afganistán, donde los milicianos supuestamente operan con libertad a uno y otro lado de la frontera transportando armas y suministros para los insurgentes que atacan a las tropas estadounidenses.

La madrasa estaba situada a unos tres kilómetros de Damadola, una aldea de Bajur donde en enero una aeronave militar estadounidense no tripulada disparó un misil contra la posición donde se supone que se encontraba el número dos de al Qaeda, Ayman al Zawahri. En la explosión murieron varios miembros de Al Qaeda y civiles, pero no Al Zawahri.

Desde Afganistán, Estados Unidos negó la implicación de efectivos estadounidenses en el ataque a través del portavoz militar Matt Hackathorn. "La operación la llevó a cabo el Ejército paquistaní solo", aseguró.

Las tensiones amenazan con desbaratar las negociaciones para pacificar la región tribal del noroeste del país que mantienen responsables gubernamentales y de las tribus.

Hoy estaba prevista la firma de un acuerdo de paz entre los líderes tribales de Bajur y el Ejército parecido al alcanzado por las tribus de Waziristán Norte que cooperarán para interrumpir el flujo de combatientes en la frontera con Afganistán. Sin embargo, los responsables afganos y estadounidenses creen que el acuerdo podría convertir Waziristán norte en un refugio para terroristas.