NAIROBI, 19 Nov. (Reuters/EP) -
La Policía keniana ha vuelto a tener que echar mano de gases lacrimógenos para dispersar una manifestación en un suburbio de la capital, Nairobi, concentrada tras el hallazgo de cuatro personas asesinadas esta pasada noche a pesar de que la Policía no encuentra indicios de que sean muertes relacionadas con la violencia étnica y política que afecta al país africano en estos días.
Estos suburbios son considerados un bastión del líder opositor, Raila Odinga, como el escenario de los crímenes, el Área Cuatro de Mathare. De hecho, las protestas comenzaron después de que Odinga, recién llegado al país de una gira internacional para recabar apoyos contra el Gobierno keniano, decidiera pasarse por el lugar, según ha informado el comandante de la Policía de la capital, Japheth Koome.
"Encontramos estos cuatro cuerpos con heridas", ha confirmado Koome en una rueda de prensa donde achacó los motivos de las muertes a un acto criminal.
Sin embargo, la tensión en Kenia es extrema a la espera de ver si el Supremo del país decide mañana si anula o no la reelección del presidente, Uhuru Kenyatta, en las elecciones repetidas del mes pasado.
Ni siquiera la repetición de los comicios ha conseguido apaciguar a Odinga, que renunció a las elecciones del 26 de octubre argumentando que serían igual de injustos que los del 8 de agosto. Como ocurriese entonces, la Comisión Electoral volvió a proclamar vencedor al presidente Kenyatta, en esta ocasión con más margen aún.
Odinga ha propuesto como solución un "gobierno interino" capaz de llevar a cabo las reformas electorales que la Súper Alianza Nacional (NASA) --coalición opositora-- considera necesarias.
La crisis ha degenerado en violencia callejera. Desde el pasado mes de agosto, decenas de personas han muerto por los enfrentamientos entre partidarios de la oposición y del Gobierno, lo que hace temer una guerra electoral como la de 2007, que se saldó con más de mil muertos.