Vaticano-El Papa defiende la intervención de la Iglesia en el debate público porque defiende principios "no negociables"

Actualizado: jueves, 30 marzo 2006 19:24

Critica el matrimonio homosexual y dice que Europa solo tendrá un "rumbo seguro" si valora sus raíces cristianas

CIUDAD DEL VATICANO, 30 Mar. (EUROPA PRESS) -

El Papa Benedicto XVI defendió hoy el derecho de las comunidades religiosas a intervernir en el debate público sin que ello represente una "intolerancia", porque sólo pretende "iluminar las conciencias" y defender principios "que no son negociables" como la protección de la vida y la familia.

Según informó el Vaticano, durante una audiencia concedida a un grupo de eurodiputados del Partido Popular Europeo (PPE), el Pontífice dijo además que Europa "será capaz de dar un rumbo seguro a las opciones de sus ciudadanos y de sus pueblos si valora sus raíces cristianas".

El Papa valoró que "cuando las Iglesias o comunidades eclesiásticas intervienen en el debate público, expresando reservas o recordando una serie principios, esto no constituye una forma de intolerancia o una interferencia, ya que tales intervenciones apuntan únicamente a iluminar las conciencias".

En este sentido, precisó que las intervenciones de la Iglesia católica se centran en "la protección y la promoción de la dignidad de la persona", y que ello exigía una "atención particular hacia los principios que no son negociables". Entre ellos, citó la protección de la vida en todas sus etapas y el reconocimiento y la promoción de la estructura natural de la familia, como una unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio".

En este sentido, criticó los matrimonios homosexuales al decir que las "tentativas" de hacer el matrimonio "jurídicamente equivalente con formas radicalmente diferente de unión" contribuyen a la "desestabilización" de esta institución, "oscureciendo su carácter particular y su irremplazable papel social, y la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos".

El Papa ofreció un discurso a los parlamentarios coincidiendo con unas Jornadas de Estudio sobre Europa organizadas por el PPE. Al comienzo, Benedicto XVI recordó la atención que los pontífices han dedicado siempre a Europa y valoró que la audiencia de hoy se inscribía "en la larga serie de reuniones entre mis precursores y los movimientos políticos de inspiración cristiana".

El Santo Padre citó después las complejas cuestiones que debe afrontar Europa en la actualidad, como "la ampliación y el desarrollo del proceso de integración europea, la definición cada vez más exacta de la política de vecindad dentro de la Unión y el debate sobre su modelo social", indicando que para lograr estos objetivos, resulta importante "inspirarse con fidelidad creativa en la herencia cristiana que ha dado una aportación fundamental a la identidad europea".

"Europa será capaz de dar un rumbo seguro a las opciones de sus ciudadanos y de sus pueblos si valora sus raíces cristianas. Así reforzará su conciencia de pertenecer a una civilización común y alimentará el compromiso de afrontar los retos del presente para lograr un futuro mejor", consideró.

RELEGAR LA RELIGION A LO PRIVADO

El apoyo al patrimonio cristiano, observó Benedicto XVI, puede contribuir además a la "derrota de una cultura claramente difusa en Europa, que relega a la esfera privada y subjetiva la manifestación de las propias convicciones religiosas".

"Las políticas basadas en este supuesto no sólo implican el rechazo del papel público del cristianismo, generalmente excluyen además el reconocimiento de la tradición religiosa de Europa, que es tan clara, a pesar de sus variaciones confesionales, lo que entraña una amenaza para la misma democracia, cuya fuerza depende de los valores que promueve", afirmó.

En su opinión, "oponerse a estos valores e ignorarlos, en vez de dialogar con ellos, sería un signo de inmadurez, cuando no de debilidad. En este contexto, hay que reconocer la existencia de una cierta intransigencia secular que es enemiga de la tolerancia y de una sana concepción secular del Estado y de la sociedad".

A continuación, Benedicto XVI se felicitó por el hecho de que el tratado constitucional de la Unión Europea prevea "una relación estructurada y continua con las comunidades religiosas, reconociendo su identidad y su contribución específica", y mostró su confianza en que "la puesta en práctica eficaz y correcta de esta relación comience ahora, con la cooperación de todos los movimientos políticos, independientemente de las alineaciones de partido".