Un teólogo afirma en Tenerife que "morir dignamente no es sinónimo de eutanasia" y plantea otras 4 vías de fallecer

Actualizado: sábado, 30 mayo 2009 20:09

SANTA CRUZ DE TENERIFE, 30 May. (EUROPA PRESS) -

"La posibilidad de morir dignamente no es equiparable a la aplicación de la eutanasia, puesto que existen otras cuatro posibilidades para acceder a una muerte digna sobre las que, además, hay un consenso social que no existe para el caso de la eutanasia". Esta idea es la conclusión de la conferencia 'Cuestiones bioéticas vinculadas al final de la vida humana' con la que se clausuró el curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Tenerife 'La bioética: ciencia y conciencia en la sociedad plural', organizado en colaboración con el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC).

La conferencia estuvo a cargo del teólogo Francisco José Alarcos Martínez, director de la Cátedra Andaluza de Bioética y del Máster de Bioética de la Universidad de Granada. El ponente aseguró que existen otras cuatro fórmulas que permiten a los enfermos terminales contar con una muerte digna: el suicidio médicamente asistido, el rechazo de tratamiento, la limitación del esfuerzo terapéutico y la sedación terminal o paliativa. "Desde el punto de vista moral, tanto con enfoque civil o religioso, no hay problema en aceptar los cuatro últimos casos de muerte digna", aseguró Alarcos.

El teólogo, según informó la UIMP en un comunicado, indicó que existe una confusión con el término eutanasia producto de su aplicación a circunstancias distintas y propuso un concepto de eutanasia que se da en el caso de que concurran las circunstancias de que se produzca la muerte de los pacientes mediante una relación causa-efecto "única e inmediata" entre la actuación médica y dicha muerte; que se realice a petición expresa del enfermo y que esta petición sea reiterada en el tiempo, que se dé en un contexto de sufrimiento entendido como "dolor total" no mitigado por otros medios --de forma que la eutanasia sería consecuencia de un comportamiento compasivo-- y que sea aplicada por profesionales sanitarios que mantienen con los pacientes una relación clínica significativa.

Entendiendo la eutanasia de esta manera, muchos sectores sociales rechazan su aplicación y obtienen con ello a su vez la reacción contraria de los colectivos que defienden el derecho a morir dignamente. Sin embargo, el teólogo defendió que la única forma de muerte digna no es la eutanasia y que existen otras posibilidades para ello que tienen mayor aceptación social.

SUPUESTOS

El caso del suicidio médicamente asistido, en el que el equipo sanitario facilita al paciente las posibilidades de suicidio, no cuenta con suficiente acuerdo socialmente, pero sí la limitación del esfuerzo terapéutico, caso en el que el equipo médico es el que toma la decisión de detener el tratamiento cuando éste no conduce a una solución de la situación del paciente y su persistencia significaría llegar al "encarnizamiento terapéutico".

El rechazo del tratamiento tiene el mismo sentido que el anterior, pero en él quien toma la decisión es el paciente o de sus representantes, una vez que la voluntad del enfermo haya quedado expresada por escrito en un testamento vital. "Es ético y moral rechazarlo, incluso aunque sólo sea por motivos económicos, además de que el paciente observe que el tratamiento sea fútil para su vida". La sedación terminal o paliativa consiste en la administración de calmantes a pacientes terminales para evitar el dolor. Aunque la sedación acelera el proceso de la muerte, está aceptada moralmente, incluso por la Iglesia, que admite su empleo desde el Papado de Pío XII.