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LOGROÑO, 30 Nov. (EUROPA PRESS) -
El Juzgado de Primera Instancia nº 6 de Logroño ha concedido a un autónomo logroñés la exoneración total de 84.382 euros en deudas. Un fallo que no solo cierra una etapa económica, sino una década marcada por la ansiedad, el miedo y la soledad, tal y como afirman desde la Asociación de Ayuda al Endeudamiento.
Como han explicado en una nota de prensa, la historia de esta persona comienza "como tantas otras". Un profesional de servicios que apostó por su propio negocio, confiando en que el esfuerzo y las horas serían suficientes. Pero los ingresos irregulares, las cuotas de autónomo, los impuestos y los intereses crecientes convirtieron esa apuesta en una trampa. "Nunca dejé de trabajar, jamás. Pero cada euro que entraba parecía diluirse antes de llegar a mis manos", recuerda hoy.
Entre sus acreedores estaban Banco Santander, la Seguridad Social, Iberdrola, el Ayuntamiento de Briones y varios privados. La suma de facturas atrasadas, cuotas impagadas y pequeños créditos fue creciendo sin piedad.
En medio de la tormenta, explican desde la Asociación, su vida familiar también dio un giro brusco. "Pedía un préstamo para pagar otro. Era como intentar vaciar un barco con un colador", confiesa. Para entonces, la deuda no solo estaba en los números. También se instaló en su rutina: dejar llamadas sin responder, acumular cartas sin abrir, evitar conversar con vecinos por miedo a las notificaciones.
"Vivir con deuda es vivir sin aire. Te roba el sueño, pero también la dignidad", resume.
EL GIRO: PEDIR AYUDA
Fue entonces cuando, agotado y sin salida, acudió a la Asociación Ayuda al Endeudamiento, especializada en acompañar a personas atrapadas en la insolvencia.
Su equipo jurídico, liderado por el abogado José Domínguez, analizó su caso y presentó la solicitud de exoneración al amparo de la Ley de Segunda Oportunidad.
El proceso fue "ordenado, transparente y dolorosamente honesto", como él mismo lo describe: poner sobre la mesa cada deuda, cada recibo, cada error y cada intento de salir adelante.
Con ello, el pasado 22 de octubre de 2025, llegó la sentencia. El juzgado determinó que había actuado de buena fe, cumpliendo los requisitos legales, y le concedió la exoneración total del pasivo.
Ese día, dice, recuperó algo que creía perdido: "La tranquilidad de poder pensar en mañana sin miedo".
Ahora tiene un empleo estable, vive en una casa más modesta y paga sus facturas con la serenidad de quien por fin pisa terreno firme.
Para José Domínguez, su abogado, casos como este muestran el sentido profundo de la Ley de Segunda Oportunidad: "El valor de una deuda no está en el número, sino en la confianza que la sostiene. Cuando las condiciones económicas dejan de ser humanas, esa confianza se rompe. La ley lo que hace es devolver la posibilidad de reconstruir esa confianza".
Desde la asociación recuerdan que la economía real no funciona solo con cifras, sino con expectativas razonables. "La deuda es viable mientras puede pagarse. Cuando deja de serlo, la justicia debe ofrecer una salida".