Vegetación afectada por el incendio del concejo de Tineo, a 31 de marzo de 2023, en Navelgas, Tineo, Asturias (España). - Jorge Peteiro - Europa Press
LOGROÑO, 2 Abr. (EUROPA PRESS) -
"Habrá que acostumbrarnos a cambiar la perspectiva de que en invierno no hay incendio forestales". Es la advertencia que lanza la directora del Máster en Ecología Urbana e Infraestructura Verde de UNIR, Susana Domínguez, que une a la necesidad de "actuar más en prevención para no tener que actuar tanto en extinción".
En una entrevista con Europa Press, coincidiendo con la oleada de incendios que asolan Asturias y otras partes de España, la experta UNIR apunta que "los incendios se suelen propagar poque la vegetación está muy seca, ha sido un inicio de año, y, en general, un invierno, muy seco, con temperaturas más elevadas de lo normal y pocas precipitaciones".
Algo que propicia "que las plantas no han brotado, tienen poca savia en los vasos conductores", además de producir que "el suelo tiene una humedad muy baja". Una serie de circunstancias que favorecen que "con la mínima imprudencia, la propagación de un fuego es más rápida y mucho mayor".
Imprudencias, señala Susana Domínguez, que "la gente acaba cometiendo por se relaja, porque cree que en invierno no se producen fuegos en el monte". "No se dan cuenta -incide la experta- en que estamos en una situación muy excepcional a nivel climático. Por eso, debemos acostumbrarnos a cambiar la perspectiva de que en invierno no se producen incendios".
Con todo, considera que, dadas las condiciones cada vez más extremas, "hay que invertir más en la prevención, en el cuidado, porque la norma general es que, aunque se habla mucho de la prevención, la mayoría de los presupuestos en esta materia se dirigen hacia la extinción".
"Siempre se mejoran los equipos de extinción, que está bien -argumenta- pero mientras tanto, muy poco dinero va para la prevención, cuando es lo que más ayuda a que luego no haya que gastar en extinguir fuegos". "Hay mucho aún que hacer en materia de prevención", asegura Domínguez.
Unas labores de prevención que, por ejemplo, pasarían por la silvicultura preventiva, "con espacios arbolados con discontinuidades, con especios más diversos, con diferentes estratos y especies, para que un incendio, en caso de producirse, no se pueda expandir con tanta facilidad". "Se trataría -detalla- de crear barreras naturales".
En esta materia, la experta de UNIR apela a la tarea que deben desarrollar los municipios, "que suelen ser los ámbitos más cercanos en los que prospera el fuego, y no todos están gestionados de la misma manera".
Así, apunta casos de "zonas arboladas periurbanas que se abandonan, con zarzas y elementos secos que pueden ser focos, o terrenos entre urbanizaciones, con los que muchas veces no se cuenta para la prevención", espacios en los que "se carece de hidrantes, que sería algo básico, o que están rodeados de plantaciones de especies que queman bien, en lugar de otras que no lo hacen".
A ello, suma que, en lo climatológico, "no basta con estudiar las condiciones de humedad o de temperatura, también hay que estudiar los vientos", algo "fundamental" para la propagación de los incendios. "Y falta -recalca- trabajar el tema del agua, tener puntos de captación que también sirvan para renaturalizar entornos, incluso urbanos".
Se trataría, resumen Susana Domínguez, "de hacer un completo estudio de la ecología urbana, para poder evitar riesgos partiendo de soluciones basadas en la naturaleza".
Todo ello, sin olvidar el proceso de cambio climático "que se está dando también en el entorno mediterráneo" y que está favoreciendo incendios devastadores "como estamos viendo en California, Australia o Portugal, además de en España".
Por último, y como medida importante, la experta de UNIR plantea la necesidad de "educar y sensibilizar a la población, porque la gente está muy despistada".
"No se sabe a veces cuándo se pueden quemar rastrojos, o incluso no se da la gente cuenta de que, haciendo una barbacoa, no ya en un espacio abierto, sino en su propia casa, una pavesa pueda provocar un fuego en un entorno muy seco". "Hace falta prevención, prudencia y educación, queda mucho por hacer", finaliza Susana Domínguez.