El Ayuntamiento homenajea a una peluquería y unos ultramarinos de la capital que ya han superado el siglo de existencia

MADRID 16 Jun. (EUROPA PRESS) -

El Ayuntamiento de Madrid homenajeó hoy a dos tiendas existentes en la capital que ya han superado el siglo de existencia, y que son la tienda de ultramarinos Los Ferrero, ubicado en la calle de Ciudad Rodrigo número 5 y la peluquería Kince, situada en Cuchilleros, 15, ambas muy próximas a la Plaza Mayor.

El coordinador general de Economía del Consistorio, Javier Oyarzábal, y el de Obras y Espacios Públicos, Fermín Oslé, entregaron hoy sendas placas a los propietarios de estos establecimientos, sumándose así al homenaje que les hace toda la ciudad tras cien años de existencia.

Los Ferrero fue fundada por el bisabuelo del dueño actual en un tiempo en que esta plaza era uno de los ejes mercantiles más pintorescos y, a la par, más concurridos, de la ciudad. Para el turismo actual, esta tienda, con sus jamones, sus quesos, sus vinos, sus cajitas de azafrán y demás alimentos típicos del país, es motivo de gran interés. Además, aunque los productos que se venden han ido modernizándose con el paso de los años, la decoración del establecimiento conserva su aspecto de principios del siglo XX.

Por su parte, en el número 15 de la calle de Cuchilleros se mantiene en funcionamiento la Peluquería el Kince, inaugurada el día 2 de enero de 1900. Entonces un corte de pelo costaba 50 céntimos. Y una familia podía pagar una iguala de 30 pesetas al año para que todos los varones pasaran cada quince días a recortarse el pelo y cada siete a rasurarse o arreglarse la barba. Los dueños actuales, Rafael López y Alfonso Sánchez, conservan las bandas rojas y azules de la fachada y las sillas de metal y rejilla que caracterizaban las peluquerías masculinas hace casi cien años.

El Programa de Reconocimiento de los comercios Centenarios del Ayuntamiento de Madrid comenzó en febrero de 2006 y cuenta ya en su historial con 63 locales homenajeados. El reconocimiento consiste en la concesión de una placa y un diploma diseñados por Antonio Mingote. La placas se coloca en la vía pública, junto a la portada del comercio, para que cualquier viandante distinga la calidad del comercio frente al que está pasando.