MADRID, 1 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los médicos forenses que realizaron la autopsia del cadáver de Anne Strande, la joven danesa que murió estrangulada en un piso del centro de la capital en 2014, han confirmado que el cráneo de la chica presentaba un traumatismo de "cierta intensidad" como consecuencia de un "fuerte golpe".
En la autopsia, los especialistas observaron que la cabeza presentaba un hematoma interno de consideración que le llegaba a la mandíbula y que solo se apreció en la autopsia al estar carbonizado el cuerpo.
Estas afirmaciones se han expuesto durante la prueba pericial del juicio contra Dave V., el belga de 35 años que mató a la chica tras estrangularla. Según su versión, no sabe cómo llegó a su habitación. En la cama, forcejearon y cayeron al suelo. Solo recuerda que usó el cable.
En su comparecencia, los forenses han determinado que el agresor "golpeó" a la víctima, ya que tenía una contusión en la cara de intensidad que solo se apreció en la autopsia. También presentaba un corte en el lado izquierdo, como si se lo hubiera hecho con el cable con el que la estranguló.
La mujer presentaba en el cuello un cable anudado con doble vuelta. El cable estaba fundido, ya que las llamas lo deshicieron. Además, han apuntado que debió morir a las cuatro de la madrugada del 13 de junio, ya que el proceso digestivo no estaba hecho y pudieron determinar la hora exacta de la muerte.
También han prestado declaración el subdirector de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid de aquella época y uno de los efectivos de este Cuerpo que acudió al lugar del crimen tras el aviso de que se estaba produciendo un incendio.
En el parte, consta que fueron requeridos a las seis de la madrugada de esa noche. Al llegar, observaron que el humo estaba concentrado en la habitación y entraron refrigerando la zona. Al disipar el humo, se encontraron con un cadáver carbonizado encima de los muelles de la cama.
HECHOS JUZGADOS
Según el relato del fiscal, el acusado salió de su domicilio el 13 de junio de 2014 y se dirigió a la vivienda donde residía la víctima, accediendo con el juego de llaves que portaba. El hombre era empleado de la empresa que tenía alquilada a una joven una vivienda.
En el interior, se fue a su dormitorio y le golpeó la cara mientras dormía, rodeándole el cuello con un cable del ordenador. Tras matarla, roció su cuerpo con aceite y le prendió fuego. La habitación se incendió y las llamas dejaron el cuerpo casi carbonizado.
