La Policía Municipal no puede actuar contra ellos al no existir ninguna ordenanza que prohíba esta actividad
MADRID, 28 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un grupo de aparcacoches ilegales, conocidos popularmente como 'gorrillas' han vuelto en agosto a lugares tan concurridos como la Plaza de la Cebada, en el madrileño distrito de La Latina, aprovechando que este mes por la tarde se puede aparcar gratis en esta zona del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER).
El fenómeno de los 'gorrillas' no es nuevo ni único en Madrid. De hecho, hace varios años era muy común ver a más personas dedicadas a esta práctica en muchos barrios de Madrid. Con la última ampliación de los parquímetros en 2006 la mayoría desaparecieron, pero sólo de manera temporal.
Ahora han vuelto y se concentran en las zonas más demandadas y con más movimiento de vehículos de la capital en agosto a partir de las 15 horas y el resto del año desde las 20 horas, cuando acaba el SER. Los hay incluso que piden una propina por un aparcamiento y por vigilar el coche en horarios de parquímetros, por lo que muchos conductores pagan dos veces por estacionar.
Es lo que el presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA) llama "impuesto revolucionario". "Los conductores tienen miedo a que, si no lo pagas, te rompen el coche. Lo asemejamos al fenómeno del terrorismo", señaló. Aunque la mayoría no son agresivos, algunos 'gorrillas' más jóvenes intimidan a los conductores para que les paguen.
De hecho, la asociación de Automovilistas Europeos recibió hasta el verano una decena de multas a la semana por problemas relacionados con estos aparcacoches y legales y daños que propinaron a los vehículos cuyos propietarios no quisieron darles dinero.
Según Arnaldo, no hay un prototipo de 'gorrilla', aunque la mayoría son jóvenes inmigrantes. Los hay subsaharianos, como los que se apostan en la calle Reina Victoria, y rumanos, como los de la Plaza de la Cebada. Suelen cobrar por el 'trabajo' entre 0,5 y 1 euro, por lo que en un día y en una zona de gran tránsito de vehículos pueden llegar a acumular 40 euros.
Por eso, en sitios como la Cuesta de la Vega, en el entorno de la catedral de la Almudena, un cabecilla organiza los puestos de todos los 'gorrillas' y los distribuye para que no 'pisarse' el trabajo entres sí; e incluso hacen turnos para pedir. A pesar de ello, en algunos sitios, la crisis y la lucha por el territorio entre subsaharianos y rumanos o entre los de la misma nacionalidad ha terminado en pelea, como ocurrió la pasada primavera en el Hospital Ramón y Cajal.
LAS ZONAS MÁS 'GORRILLAS'
En el verano, los 'gorrillas' se concentran en la zona Centro de la capital y lugares concurridos como el Parque de la Bombilla, mientras el resto del año se localizan, fundamentalmente, en los accesos a los hospitales --especialmente el Clínico, el Ramón y Cajal y La Paz--, en las salidas de los grandes aparcamientos, en la Cuesta de la Vega, en Metropolitano, en la calle San Francisco de Sales o en Reina Victoria.
Precisamente, en esta última zona, concretamente en unos bancos cercanos a la estatua de Pablo Iglesias, duermen y descansan muchos 'gorrillas', ya que en frente se encuentra una sede de la Cruz Roja, a la que van a pedir comida cuando el 'trabajo' no ha sido muy satisfactorio.
Ante esta situación, Arnaldo criticó que el Ayuntamiento de Madrid no intervenga en erradicar este fenómeno y le instó a "priorizar la seguridad de las personas". "Es preferible dejar los coches en los aparcamientos que pagarles. No hay que transigir
ACTIVIDAD ALEGAL
El presidente de la Asociación de Automovilistas Europeos asegura que se trata de una práctica "ilegal", en la que entra en juego la mendicidad, la coacción y la regulación del tráfico de la ciudad por personas que no tienen esa potestad.
No opina lo mismo el portavoz de UGT en la Policía Municipal, José María Hernández, que señaló a Europa Press que no realizan una actividad ilegal, al igual que ocurre con los personas que limpian los parabrisas de los coches, a no ser que se demuestre intimidación o daños al vehículo, casos estos últimos "muy puntuales y esporádicos".
"Nosotros sabemos que ellos están allí y practican una coacción encubierta. Pero en muchos casos no se puede demostrar. Se les puede conminar a que se vayan, pero poco más. En lugares como Andalucía y Valencia se ha prohibido la actividad, pero en Madrid no tenemos ninguna ordenanza que nos obligue a actuar.
El portavoz sindical indicó que cada vez se concentran más en zonas que generan una gran cantidad de ocio y un frecuente tránsito y estacionamiento de vehículos y con poca vigilancia y seguridad. "La última vez que les vi fue en el hospital de la Paz. Cada seis metros había un 'gorrilla' no había otra personas", concluyó.
