Tribunales.- "Soy un peligro público en la calle", dice el agresor sexual de una menor, ya condenado por matar a otra

Actualizado: miércoles, 28 marzo 2007 20:16

MADRID, 28 Mar. (EUROPA PRESS) -

Jesús Agustín Hernández Renes, acusado de agredir sexualmente a una niña de diez años en Miraflores de la Sierra en agosto de 2004 y ya condenado a 46 años de cárcel por haber violado y asesinado a otra en Las Palmas, reconoció hoy ser el autor de la agresión sexual a la niña y se definió como "un peligro público número 1 en la calle", por lo que aseguró que él debe "estar en la cárcel".

El procesado manifestó, en la primera sesión del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Madrid por esta causa, que las declaraciones acusatorias de la niña son "verdad porque los niños no mienten" y que "la prisión es muy dura", pero afirmó que es el lugar en el que tiene que estar porque en la calle es un "ruin".

"Poco pasó para lo que le pudo haber pasado, porque conociéndome podría haber sido peor. Menos mal que Dios me dio lucidez y me fui, porque si no, la mato", indicó Jesús Agustín Hernández ante el tribunal.

ACUSACIÓN DEL FISCAL

El escrito de conclusiones provisionales de la Fiscalía, al que ha tenido acceso Europa Press, considera probado que hacia las 14:15 horas del 26 de agosto de 2004 el acusado, de 52 años, abordó y obligó a una niña de diez años, que volvía de hacer la compra, a que subiera a su casa, en Miraflores de la Sierra (Madrid).

El agresor, que portaba un cuchillo de "26 centímetros de hoja", agarró a la menor "del brazo mientras la amedrentaba diciéndole que como no subiera la mataba", agrega el escrito del fiscal. Una vez en el interior de la casa, Jesús Agustín Hernández la desnudó "con ánimo lascivo", la tiró al sofá y la agredió sexualmente.

Asimismo, el procesado golpeó a la menor "en la cara" y "la agarró del pelo", mientras "la amedrentaba con el cuchillo que llevaba en la mano" y la amenazaba de muerte si no hacía lo que él le pedía. Como consecuencia de estos hechos, la niña sufrió heridas que tardaron quince días en curar y presenta un trastorno de estrés postraumático de carácter crónico.

PIDE 15 AÑOS DE PRISIÓN

El fiscal considera este suceso constitutivo de un delito de agresión sexual y de una falta de lesiones, en los que concurre la agravante de reincidencia, por lo que reclama que el tribunal condene al acusado a 15 años de prisión y le prohíba comunicarse o aproximarse a la menor a una distancia inferior de 500 metros por un periodo de cinco años.

Además, la Fiscalía de Madrid reclama que el procesado indemnice a los padres de la víctima con un total de 61.380 euros por las heridas y los daños morales sufridos. Mientras tanto, el procesado se encuentra privado de libertad desde el día siguiente de los hechos.

Por su parte, la defensa de la menor, ejercida por el letrado José-María Garzón, considera en su escrito de acusación, al que a tenido acceso Europa Press, que los hechos narrados son constitutivos de un delito de detención ilegal, otro de agresión sexual y un tercero de lesiones, en el que concurren "las circunstancias agravantes de abuso de superioridad y reincidencia".

Por todos estos delitos el abogado de la agredida pide a los jueces de la Audiencia de Madrid una pena de 24 años de cárcel y una indemnización para los padres de su representada de 312.000 euros por las lesiones y daños morales sufridos.

DECLARACIÓN DEL IMPUTADO

Jesús Agustín Hernández Renes señaló en la vista oral que cuando bebe alcohol se le "cruzan los cables" y se vuelve "loco". "Yo soy así porque soy así. Es como si se apagara todo. Cuando se me cruzan los cables se me cruzan y no los puedo enderezar (...). En esos momentos no puedo parar. Pido perdón por estas cosas, aunque sé que estas cosas no tienen perdón", declaró.

El acusado insistió que cuando consume bebidas alcohólicas "es como si se apagara el mundo, como si sobrara, como si se apagara todo lo que hay a mi alrededor". "Ese día había bebido mucho, pero sé que no es excusa para hacer lo que hice", apostilló el encausado, quien subrayó que bebe alcohol desde los once años porque su padre le dijo de pequeño que era "feo" y que, desde entonces, "para tirar un piropo a las chicas", necesita beber.

Aseveró que su "patología delictiva es sexual" y que, después de 16 años en prisión, "no quería salir de la cárcel". "Cuando salí en libertad mi vida se volvió caótica (...). Quiero irme a la prisión, donde me pegan y vivo peor que los perros, pero no puedo estar en la calle".

"NO PENSABA HACERLA DAÑO"

Igualmente, reconoció que tenía un cuchillo en la mano pero rechazó que fuera para amedrentar a una niña, ya que "para atemorizar a una niña no hace falta un cuchillo", añadió que "no pensaba hacerla daño". Por el contrario, negó que la obligara a la menor a subir a su casa y alegó que fue iniciativa de la niña.

Jesús Agustín Hernández Renes se acogió a su derecho constitucional de no declarar a las preguntas que le pudiera formular la defensa de la víctima, el letrado José-María Garzón, quien explicó que la menor y sus padres "aún no se sabe cuándo acudirán a declarar" a la Audiencia de Madrid porque "actualmente se encuentran de viaje en Marruecos".

Mientras, uno de los psicólogos que atendió a al imputado, subrayó que tiene "conductas obsesivo-compulsivas con respecto al sexo" y adicción al alcohol, cuestiones que "disminuyen pero no anulan completamente su capacidad de autocontrol".

SE ENTREGÓ EN LOS JUZGADOS

Justo después de cometer la agresión sexual el imputado bajó en autobús desde Miraflores de la Sierra a los juzgados de Plaza Castilla para que le detuvieran. "Les dije a los guardias civiles que estaba fuera de control y que me detuvieran, que si no iba a matar a alguien", afirmó Hernández Renes.

Por su parte, los agentes del Instituto Armado que detuvieron al agresor declararon en el juicio que el agresor les manifestó que "tenía problemas con el alcohol y que quería volver a la cárcel". Otro de los agentes que se personó en el lugar de los hechos destacó que vio "a la niña con un corte en la cara y otro en la mano".

El procesado fue ejecutoriamente condenado en octubre de 1991 por la Audiencia Provincial de Las Palmas de Gran Canaria a la pena de 46 años de cárcel por haber violado y asesinado a la menor Cathaysa Rosales Vera en junio 1988.