MURCIA, 15 Feb. (EUROPA PRESS) -
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Murcia, de acuerdo al veredicto de culpabilidad del jurado, condena a Alejandro M.A. a 20 años y nueve meses de prisión como autor de un delito consumado de asesinato con alevosía y ensañamiento, otro contra el respeto a los difuntos y un tercero de resistencia grave a los agentes de la autoridad.
Según recoge la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, como hechos probados, Alejandro dio muerte a su compañero de piso en septiembre de 2008 en Bullas, y profanó su cadáver, introduciéndolo primeramente en el frigorífico para después ocultarlo en el interior de una tinaja. Previamente, le cortó un dedo.
Además queda probado que lo golpeó con un palo dejándolo aturdido y le preguntó si quería morir lento o rápido, para después continuar pegándole, atándolo de pies y manos en el dormitorio, y lo lavó para después el acusado quedarse en el comedor viendo una película y posteriormente continuó pegándole, esta vez con un cuchillo para cortarle el cuello y al no morir, le clavó en el pulmón y en el corazón un destornillador para finalmente estrangularle.
Señala también la sentencia que cuando se vio descubierto por los agentes de la Benemérita al tratar de emprender la huida, se refugió en una vivienda abandonada ubicada en la misma población y amenazó con un cuchillo al agente que trató de detenerle.
De tal forma, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Murcia condena a Alejandro a 20 años y un día de prisión con la accesoria de inhabilitación absoluta durante el mismo tiempo por el delito de asesinato.
Por el delito contra el respeto a los difuntos, lo condena a tres meses de prisión con la accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante ese tiempo.
La Sala condena, asimismo, a Alejandro M.A. por el delito de resistencia a los agentes de autoridad a la pena de seis meses de prisión.
RECONOCIÓ QUE LO MATÓ POR LA VIDA DE "BORRACHO"
En la vista oral el procesado alegó que mató a la víctima por la vida de "borracho" que llevaba y también porque le recordaba a su padre, una persona que, según desveló, abusó sexualmente, con el consentimiento de su madre, desde su infancia y le propinó palizas. Asimismo, afirmó que el cadáver lo metió en el frigorífico para comérselo.
Tras mostrarse arrepentido por lo que hizo, dejó claro que lo volvería a hacer si en cualquier otro momento una persona se comporta "de esa misma manera". No obstante, manifestó que con su propia sangre "firmaría que me hubiera gustado que fuera mi padre la víctima, al que odio hasta el morir".
Escoltado por tres agentes de la Policía Nacional y con un aparente estado de "ansiedad", según dijo, el procesado considera que su comportamiento "no es propio de una persona que sea normal", aunque declinó llamarse a sí mismo "loco".
Tras el veredicto del jurado popular, el abogado defensor, Jesús Gómez, anunció su intención de recurrir la sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia, porque, señaló, "se ha acreditado suficientemente que no tiene sus facultades mentales bien y este hecho atroz que se juzga no lo hubiera cometido una persona normal".