MADRID 26 May. (EUROPA PRESS) -
La campaña electoral del candidato del Partido Popular a la Alcaldía de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, a parte de propuestas y críticas a sus rivales, también ha tenido una cara más divertida, con anécdotas protagonizadas en su mayoría por los seguidores del actual alcalde, aunque él mismo o alguno de sus colaboradores también han sido protagonistas en alguna ocasión.
Así, en el último mitin antes del cierre de campaña de ayer, viernes, una simpatizante del PP que se acomodó en las últimas filas del salón de actos del Centro Cultural Buenavista del distrito de Salamanca, junto a la prensa, se quedó profundamente dormida en varias ocasiones mientras escuchaba las palabras de Gallardón. Únicamente abría un ojo y cambiaba de postura cuando los aplausos arreciaban.
Otro de los momentos curiosos de los últimos 15 días se produjo en el Huerto de la Partida, en la Casa de Campo, cuando el aspirante a la reelección estaba desgranando su proyecto de reforma de las riberas del Río Manzanares. En un momento, tras detener su discurso para escuchar las campanas de la Catedral de la Almudena, se dirigió al coordinador general de Infraestructuras del Ayuntamiento, Manuel Melis, responsable de las obras de soterramiento de la M-30.
Gallardón le recordó que, aunque le duela, los próximos cuatro años no va a haber más obras de gran envergadura. Melis no pudo más que reírse y aceptar esta circunstancia. El propio alcalde también tuvo que reírse, y que bailar, en su visita a un centro de mayores del distrito de Hortaleza, donde un grupo de mujeres le sacó a la pista para que demostrara su buen hacer.
El cabeza de lista del PP, con su caracter tímido, se arrancó a dar un par de pasos y contentar así a sus seguidoras. Además, muestras de su cercanía con los madrileños como ésta ha tenido muchas a lo largo de la campaña, ya que han sido numerosos los vecinos que se le han acercado en todos y cada uno de los paseos que ha protagonizado por los barrios.
PALOMITAS Y CERVEZA
En uno de ellos, por el centro de la ciudad, terminó comiendo palomitas tras visitar un cine de la Gran Vía y en otro, en la avenida de Portugal, una mujer le invitó a tomar una cerveza a su casa, pero, eso sí, le recalcó que la invitación "sólo" implicaba tomarse a una cerveza, ante las risas de Gallardón y sus colaboradores.
En esta zona de Madrid también le piropearon, llamándole guapo y diciéndole que no sabía qué habían dicho de él antes de que terminarán las obras de soterramiento de la M-30. Durante sus intervenciones públicas, Ruiz-Gallardón ha querido tenerlo todo controlado, como demuestra el hecho de que haya mandado apagar el aire acondicionado o mover una pantalla para que los medios de comunicación pudieran obtener la mejor imagen.
Además, en algunos de sus mítines ha sido consciente de que ha estado demasiado tiempo hablando, por lo que le pidió perdón en alguna ocasión a su número dos y director de la campaña, Manuel Cobo. En su último discurso antes del cierre Gallardón contó una anécdota que le ocurrió en los últimos días de campaña con un taxista. El conductor le dijo que no sabía qué cosas había llegado a decir de él y de su familia por las obras, aunque luego le reconoció que Madrid ha mejorado.