JAÉN 5 Nov. (EUROPA PRESS) -
El hombre acusado de asestar cuatro puñaladas a su antiguo jefe en La Puerta de Segura (Jaén) alegó hoy que no quería hacerle daño y mucho menos matarle y definió a la víctima como un "cacique" y un "déspota".
En el juicio, que se celebró hoy en la sección primera de la Audiencia Provincial de Jaén, el acusado, identificado como Ubaldo M.C., declaró que en la tarde del 23 de noviembre del año pasado estaba hablando con un amigo cuando vio que se acercaba la víctima a un bar, tal y como confirmaron a Europa Press fuentes judiciales cercanas al caso.
Al verle, se aproximó al denunciante porque este último tenía una deuda contraída con él, si bien acabó increpándole que "se metiera el dinero en los huevos", momento en el que la víctima le miró "con despotismo y de arriba hacia abajo", actitud ante la que el acusado le propinó un bofetón, según manifestó.
Acto seguido, Ubaldo M.C. relató que la víctima le agarró, pero que él consiguió zafarse de sus brazos y salir corriendo. "Miré hacia detrás y le tenía encima. Me dijo que era un cobarde, me paré y saqué la navaja", declaró.
El procesado argumentó que ambos se quedaron quietos hasta que el otro fue a por él, momento en el que hizo "teatro" con el ademán de cortarle la cara con la navaja para que le dejara "tranquilo", aunque, según afirmó, la víctima volvió a por él, agresión de la que él se defendió dándole dos navajazos. "Le pinché y entró como la mantequilla", describió, a lo que agregó que todo "fue un forcejeo" en el que él "estaba cagado de miedo". Ubaldo M.C. expuso que tras darle esos navajazos la víctima intentó tirarle al río, por lo que volvió a apuñalarle.
"Soy sensato y honrado, no quería hacerle daño ni matarle", argumentó el procesado, quien puntualizó que se acercó en primer lugar a él no tanto para saldar la deuda pendiente, sino para que le pidiera perdón a su madre porque supuestamente había hecho con anterioridad unos comentarios injuriosos hacia ella.
Por su parte, la víctima declaró que iba hablando por teléfono cuando de forma sorpresiva le pincharon por detrás y luego por delante, tras lo que intentó salir de allí para pedir auxilio pero que hubo un nuevo forcejo en el que volvió a darle más puñaladas. Además, rechazó que le hubiera dado una bofetada o que tuviera algún "tema pendiente".
El ministerio fiscal calificó estos hechos como un delito de homicidio en grado de tentativa por los que reclamó la imposición de siete años de cárcel para el acusado por entender que con esas puñaladas pretendía acabar con la vida de la víctima.
De igual modo, la acusación particular entiende que está acreditado el dolo homicida en el actuar del procesado, de ahí que pidiera que fuera condenado con diez años de prisión.
La defensa solicitó a su vez que únicamente sea condenado por un delito de lesiones, en los que aplica las atenuantes de reparación del daño causado --su cliente ha indemnizado ya a la víctima con 5.000 euros-- y confesión --cuando acudió la Guardia Civil al lugar de los hechos él mismo se entregó a ellos y les relató lo que había pasado-- a la pena de un año de prisión.
En último lugar, el presidente de sala concedió la última palabra al acusado, derecho que este usó para sentenciar que el era el único que había dicho la verdad durante la vista.