Condenan a 22 años y medio de cárcel por asesinato al hombre que apuñaló a su ex pareja con una catana en Barcelona

Actualizado: jueves, 26 enero 2006 14:15

BARCELONA, 26 Ene. (EUROPA PRESS) -

La Audiencia de Barcelona ha condenado a 22 años y medio de prisión al hombre acusado de asesinar a su ex pareja asestándole 75 puñaladas con una catana y un puñal en su domicilio del barrio de la Zona Franca de Barcelona. El Tribunal ha dictado sentencia después de que un jurado popular declarara culpable por unanimidad de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento a Eduardo José de Mello B.C.E..

A la hora de imponer la pena, que podía ir desde los 20 hasta los 25 años de prisión, la magistrada se ha basado en "la brutalidad de la agresión, que excede en mucho incluso a actos propios del ensañamiento y aumentan el desvalor del injusto de la acción cometida por el acusado".

La Audiencia de Barcelona ha rechazado la opción de imponer la pena mínima, solicitada por la defensa, y ha decidido condenar al acusado a 22 años y medio de cárcel, tal y como pidió la fiscal. En cambio, la acusación particular reclamó hasta 25 años de reclusión. Además, Eduardo deberá indemnizar a la hija de su ex pareja con 98.000 euros por daños morales.

El jurado consideró culpable al acusado, de 42 años y nacionalidad portuguesa, aunque tuvo en cuenta la atenuante de confesión, ya que fue detenido tras explicar en el Juzgado de Guardia que había matado a su novia, Rosenda S.R., y que el cadáver se hallaba en su domicilio. Aún así, el veredicto fue contundente, ya que determinó que Eduardo no sufrió trastorno mental transitorio y no cometió el crimen en legítima defensa.

La fiscal, Mar Cuesta, solicitó una pena de 22 años y medio de cárcel para el acusado ya que, a su juicio, el crimen fue un acto de "absoluta barbarie". La acusación particular, ejercida por la hija de la víctima, exigió la pena máxima, 25 años de cárcel, y solicitó una indemnización de 98.000 euros para la joven, coincidiendo en este punto con el Ministerio Fiscal.

La defensa, por su parte, pidió la pena mínima, 20 años de prisión. El abogado de Eduardo mantuvo en todo momento que el acusado actuó en defensa propia porque Rosenda intentó apuñalarle primero y aseguró que estaba "totalmente descontrolado y exaltado" cuando cometió el crimen, debido a los fármacos y el alcohol que ingirió aquel día.

A este respecto, el jurado explicó que "ofende a cualquier inteligencia el poder pensar que esta bestial agresión, 70 puñaladas, se pueda hacer sin una intención 'súper clara' de causar la muerte a la agredida".

"VIOLENCIA GRATUITA Y DESMEDIDA", SEGÚN EL JURADO.

El jurado entendió, además, que había quedado demostrado "mediante la autopsia y el sentido común que la agresión fue, sin lugar a dudas, desmedida". De hecho, el veredicto estableció por unanimidad que la víctima "padeció un dolor innecesario". "La técnica luchadora del acusado y las armas que utilizó podrían haberle causado una muerte fulminante e indolora", explicó el jurado.

Por tanto, todos los miembros entendieron que Eduardo ejerció una "violencia gratuita y desmedida" sobre Rosenda y que lo hizo para "aumentar inhumanamente su dolor". A su juicio, la víctima recibió todas las puñaladas en vida, aunque muchas de ellas eran mortales de necesidad.

El jurado consideró, además, que la pérdida de control del acusado y su comportamiento agresivo no se debió a la mezcla de tranquilizantes y alcohol que consumió aquel día para calmar el dolor de muelas.

Para tomar la unánime decisión, el jurado tuvo en cuenta la declaración de los doctores que le atendieron en el momento de los hechos. Estos expertos explicaron que lo más lógico es que dicha combinación provoque somnolencia, aunque no descartaron que pueda provocar un estado de exaltación. También confirmaron que Eduardo no tiene síntomas de enfermedad mental y que su inteligencia es normal.

LA "REMATÓ" CON LA CATANA.

Los hechos ocurrieron entre la tarde y noche del 12 de agosto de 2003, cuando el acusado, estando a solas en su casa con Rosenda aprovechó para seccionarle el cuello y apuñalarla hasta en 75 ocasiones, utilizando para ello una catana de 68 centímetros de longitud y un puñal de 11 centímetros de hoja.

Según relata la sentencia, aquella tarde Eduardo llamó a Rosenda y le pidió que le llevara unos medicamentos para el dolor de muelas, ya que tenía una importante infección bucal. Al llegar al domicilio del acusado, éste le pidió dinero, ya que sobre él pesaba una orden de desahucio.

Rosenda no accedió a la petición de Eduardo y, sin que llegara a producirse una discusión entre ellos, el acusado empezó a golpear a su ex pareja en la cara. Tras dejarla aturdida, cogió el puñal y se lo clavó 70 veces en la espalda y cinco en el tórax, para acabar seccionándole el cuello.

La mujer se desplomó sobre el sofá del comedor, aunque todavía estaba viva. "Para rematarla" Eduardo fue a buscar la catana y se la clavó en el vientre, lo que indica una clara intención de causarle la muerte, según el jurado. El procesado fue detenido tras confesar el crimen en el Juzgado de Guardia de Barcelona.

Los miembros del jurado consideraron por unanimidad que Rosenda no pudo defenderse de Eduardo, ya que existía "una gran desigualdad física" entre los dos y la víctima quedó aturdida tras ser golpeada por el acusado.

También tuvieron en cuenta que Eduardo era luchador profesional y que los agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) encargados de investigar el caso aseguraron que en el lugar del crimen no había signos de lucha o forcejeo.

LA FAMILIA DE LA VÍCTIMA ASEGURÓ QUE LA MALTRATABA.

Durante el juicio, celebrado hace dos semanas, la madre y la hija de Rosenda aseguraron que Eduardo la había maltratado anteriormente y que fue ella quien terminó con la relación por los problemas que tenía con el procesado.

La madre de la víctima, que convivía con ella, declaró que su hija no quiso continuar la relación porque Eduardo "era violento, siempre le chillaba y le pegaba". Además, aseguró que Rosenda ayudó al acusado a pagar el alquiler y los suministros del piso donde vivía en el momento del crimen, situado en la calle Anoia del barrio de la Zona Franca de Barcelona.

La hija de Rosenda, por su parte, explicó que Eduardo "no paraba de presionarla, de maltratarla, de humillarla y de pedirle dinero". Según declaró, su madre le daba dinero al acusado incluso cuando ya no eran pareja. "Apenas tenía dinero cuando murió, él le sacó lo poco que le quedaba", apuntó.

El acusado no se pronunció al respecto, ya que se negó a declarar y se enfrentó a la magistrada en tres ocasiones a lo largo del proceso, llegando a ser expulsado de la sala por desacato.