"Escuché seis disparos y gritos. Pensé que sería una masacre", declara una testigo del crimen del joyero en Madrid

Actualizado: miércoles, 22 octubre 2008 18:40

La Policía identificó a los asesinos porque uno de ellos se olvidó en el coche de vigilancia un contrato de alquiler a su nombre

MADRID, 22 Oct. (EUROPA PRESS) -

Unos técnicos del Teatro López de Vega que presenciaron en septiembre de 2006 el asesinato del joyero José Manuel Mateo Redondo describieron hoy en el juicio que se celebra contra cuatro acusados cómo se produjo el homicidio en plena Gran Vía, a la vista de multitud de transeúntes y vecinos de la calle Isabel La Católica que salieron al balcón alertados por el ruido de varias detonaciones.

""Escuché seis disparos y gritos. Pensé que sería una masacre. Me refugié dentro del teatro, pero mis compañeros pensaron que eran balas de fogueo porque la calle estaba repleta de gente", relató al tribunal una de las empleadas del López de Vega que compareció en la segunda sesión de la vista oral, que proseguirá mañana con la prueba pericial.

Los acusados afrontan una petición de pena de 24 años de cárcel por los delitos de homicidio, intento de robo con violencia e intimidación, tenencia ilícita de armas, continuado de hurto y falsedad documental. Se sientan en el banquillo de los acusados los argentinos Roberto C.N., Carlos Arturo P. y Mario Alberto M.T., así como el uruguayo Kristian Fernando D.D.

Sobre las 19.30 horas, unos técnicos del López de Vega, en el que entonces se representaba el musical 'Mamma Mia', se encontraban en la terraza de un bar próximo a la puerta trasera del teatro. Les llamaron la atención "los movimientos extraños" de dos hombres, Kristian Fernando D.D. y Mario Alberto M.T., que se encontraban en el interior de un vehículo estacionado justo en frente de ellos, al lado del garaje donde la víctima tenía aparcado su coche.

De repente, uno de ellos salió vestido con un mono azul, una gorra y unas gafas, mientras que el otro se colocó un casco y una chaqueta de motorista, al tiempo que sacaba una funda que contenía una pistola. La testigo narró que vio cómo "el hombre del mono azul se colocó detrás de una persona, intentando arrebatarle un maletín". "Como ofreció resistencia, le golpeó la cabeza con la culata de la pistola y cayeron al suelo. Escuché un primer disparo", contó la mujer, quien agregó que en ese instante dos de sus compañeros se abalanzaron hacia el atracador.

Bajo la mirada de un tumulto de personas, Roberto y Simon retuvieron al agresor, quien logró zafarse y huir tras montarse en la moto de gran cilindrada en la que le esperaba Mario Alberto M.T. "Roberto intentó subirse a la moto para alcanzar a los delincuentes, pero cayó al suelo", recordó otra testigo presencial.

"PEPITO, COGE LAS MALETAS"

En la sesión, compareció uno de los empleados de la joyería de la que era propietario José Manuel. Recordó que esa tarde le llamó el sobrino de su jefe para avisarle de que le "habían intentado atracar otra vez", pero que se trataba de "algo más serio". "Cuando llegué al lugar, me dijo: 'Pepito, coge las maletas'. Luego, empezó a decir que le costaba respirar. Y murió", relató.

Además, el instructor del Grupo V de Homicidios de la Policía Nacional que se encargó de la investigación explicó que dieron con los atracadores por un despiste de uno de ellos. Roberto C.N., uno de los 'cerebros' del robo, alquiló un vehículo en la localidad malagueña de Fuengirola que nunca se devolvió. Le cambiaron la matrícula y el número de bastidor para utilizarlo en las tareas de vigilancia. Durante varios días estuvo aparcado en el lugar del crimen, siendo multado en dos ocasiones.

Durante la inspección ocular, la Policía halló el contrato de alquiler del coche a nombre de Roberto C.N. Tras ello, el Grupo V de Homicidios pidió a varias operadoras telefónicas el rastreo de las llamadas en el área de cobertura del crimen. Localizaron diez llamadas de Roberto C.N. a lo largo del día de los hechos. Así, interceptaron su teléfono y fueron dando con el resto de la banda delictiva.

Ayer, Kristian Fernando D.D. admitió que el asalto al joyero iba encaminado a robarle las joyas, pero insistió en que no hubo "intención de quitarle la vida". "Fui a hacerle un tirón, pero me agarró y no me soltaba. En el forcejeó, la pistola se disparó. Otra persona trató de reducirme y perdí el control del arma, que se disparó por todos los lados", narró el acusado, quien recalcó que "nunca antes había tenido un arma entre sus manos".