El esquizofrénico que mató a un compañero de obra en Santoña (Cantabria) creía sufrir una continua persecución policial

Actualizado: lunes, 9 marzo 2009 18:01

El acusado defiende que sólo asestó cuatro de las doce puñaladas que se le imputa y que el fallecido también quería matarle

SANTANDER, 9 Mar. (EUROPA PRESS) -

El enfermo mental acusado de matar en 2007 a un compañero de la obra en que trabajaba en Santoña creía sufrir una persecución policial constante de la que formaba parte la víctima, a la que asestó 12 puñaladas.

Así lo describieron los peritos que le atendieron en una de sus primeras crisis y tras los hechos, sucedidos en enero de 2007, en la primera sesión del juicio con jurado que comenzó hoy en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria.

El acusado, José H.S., natural de Sestao (Vizcaya) pero residente en Castro, se enfrenta a una petición de pena de 16 años de internamiento en un centro psiquiátrico por parte del Ministerio Fiscal, mientras que la acusación particular que ejerce la familia eleva esta petición hasta los 22 años en un centro psiquiátrico penitenciario, al entender que hubo ensañamiento y alevosía.

La defensa rechaza la calificación que estas partes hacen de los hechos como asesinato y lo define en cambio como un homicidio, para el que pide la libre absolución por la eximente de alteración psíquica, y, en todo caso, que el internamiento en un centro psiquiátrico no se prolonga más de cinco años.

En su declaración ante el tribunal del Jurado, el acusado relató que la víctima le "chillaba todos los días" y no atendía sus peticiones laborales, y admitió que le acuchilló, si bien defendió que sólo le dio cuatro puñaladas de las que ninguna fue por la espalda. "Eso lo tengo claro", aseveró al respecto, a pesar de que luego los forenses que hicieron la autopsia describieron 12 heridas de arma blanca en el cuerpo del fallecido.

Además, José H.S. narró como, en el momento de la agresión, la víctima tenía un destornillador en la mano, por lo que sostuvo que que este pudo reaccionar atacándole. "O le quitaba yo la vida o me la quitaba él", aseguró.

HERIDAS

El detonante del suceso, que se produjo el 23 de enero de 2007, fue la petición por parte del acusado, que se dedicaba a montar grandes tabiques en la obra en la que llevaba trabajando una semana, de que el fallecido, gruísta, le subiera una manguera que necesitaba para hacer la masa, a la parte elevada.

Ya el día antes de los hechos, José H.S. le había pedido "muy educadamente" esto a su compañero, que, en su versión, le respondió negándose, "de muy malas maneras". El acusado indicó que su jefe ya le había advertido de que la víctima era "muy especial".

Al día siguiente, a primera hora, le reiteró esta necesidad. El fallecido se encontraba en ese momento subido a un vehículo de obra que estaba reparando, con un destornillador en la mano y un tercer compañero "pegado a él".

Al rechazar el finado su petición y volver a responderle con mala educación, y "amenazándole" con el destornillador, el acusado se puso "muy nervioso" y buscó a su alrededor con qué defenderse. Entonces cogió el chaleco que llevaba puesto, que es el que usa cuando va al monte los fines de semana, y sacó de él un cuchillo de unos 180 milímetros de hoja, que había comprado el día anterior pero que no recordaba que llevaba encima, y atacó con él a su víctima, mientras le gritaba "muere, muere".

José H.S. insiste en que sólo fueron cuatro cuchilladas, y que ninguna de ellas fue por la espalda. "No sé lo que pasó por mi cabeza en ese momento", afirmó, y pidió disculpas a los familiares de la víctima, que estaban presentes en la vista y que las rechazaron en voz alta.

Los forenses que examinaron el cuerpo detallaron hasta 12 heridas por arma blanca, que a su juicio requirieron fuerza para producirse. De ellas, seis fueron por la espalda, y también seis pudieron ser mortales. También se refirieron a la ausencia de lesiones propias de lucha o defensa, y señalaron que el fallecido pudo no tener tiempo de reaccionar.

La acusación particular entiende que en el ataque hubo ensañamiento, por lo que amplía su petición de pena respecto a la del Fiscal, y asegura que pese a que se probara la enfermedad mental, esto "no anula que mató intencionadamente".

ESTADO MENTAL

En cambio, la defensa muestra "serias dudas" sobre la forma en que se produjo la agresión o si la víctima se pudo defender, y apela a la inimputabilidad del acusado por su enfermedad, además de incidir en que colaboró con la Justicia, reconociendo los hechos y entregando el arma.

Los peritos que le atendieron tras los hechos explicaron que padece una esquizofrenia que aflora a través de brotes, y que se manifiesta con alteraciones en el pensamiento, alucinaciones visuales y también auditivas, con voces que escuchaba, por ejemplo, a través del televisor, además del fenómeno de conducta impuesta, en base a cual alguien le decía lo que tenía que hacer.

De esta forma, experimentó un delirio, en base al cual todo lo que sucedía lo interpretaba en función de él mismo. Sin ser consciente en ningún momento de su enfermedad, decía ser objeto de una persecución policial, en la que su madre trataba de captarle, lo mismo que las propias forenses o el fallecido.

En esos momentos, podía ser peligroso, reseñaron los expertos, que afirmaron que el acusado necesita un tratamiento que se cumpla de forma rigurosa para evitar que se agudice su enfermedad, y porque cuando más ataques le den, más se deteriorará.

Es un tratamiento "de por vida" que no "debe abandonarse" y con el que el riesgo disminuiría "enormemente", hasta el punto de que los demás no tendrían porque notar su esquizofrenia, que es una enfermedad crónica.

Sin embargo, seis meses antes de los hechos, el acusado ya fue internado en un centro por sus hermanos, con quienes no se habla. Allí permaneció durante varios días, y al término se le impuso un tratamiento que abandonó porque le producía mareos, optando además por continuar viviendo sólo en lugar de con su familia.

La psiquiatra que le atendió en esas fechas también se refiere a la persecución policial que decía sufrir el acusado, o a la sensación que tenía de que estaban haciendo experimentos con él, y expuso que es "imposible" obligar a nadie a someterse a ningún tratamiento.

En este sentido, la acusación particular extiende la responsabilidad a la madre del acusado, al entender que "debería haberle vigilado". También se incide en que José H.S. abandonó el tratamiento "consciente y voluntariamente".

La madre aseguró que no se enteró de que su hijo era esquizofrénico hasta que, tras los hechos, este fue ingresado en Valdecilla, y que antes ella sólo era consciente del brote psicótico que experimentó. También pidió perdón a la familia del fallecido. "Le tuvo que pasar algo muy malo por la cabeza para hacer lo que hizo", dijo.

Respecto a las indemnizaciones, la acusación reclama 200.000 euros para la madre del fallecido, con la que vivía, y 30.000 euros para cada una de sus seis hermanas. En total, 380.000 euros (120.000 en el caso del Fiscal), junto a la prohibición de residir en Cantabria durante 30 años.

José H.S. también se enfrenta a una acusación por un delito de hurto, ya que al huir después de los hechos, chocó con otro vehículo, que tomó para desplazarse hasta Sestao, donde confesó los hechos en la Comisaría de la Ertzaintza.