Los heridos por el guardia civil de Santa Olalla dicen que era una persona "normal" y "conflictiva"

Actualizado: martes, 19 diciembre 2006 14:36

Aseguran que que el acusado había amenazado con una pistola a vecinos del pueblo en dos ocasiones

HUELVA, 19 Dic. (EUROPA PRESS) -

Las dos personas que resultaron heridas en un bar de Santa Olalla del Cala (Huelva) el 23 de abril de 2004 a consecuencia presuntamente de los disparos realizados por el guardia civil en reserva Z.G.G. y por los que perdió la vida A.N.H. aseguraron hoy que el procesado "era un persona normal, pero conflictiva, pues ya había amenazado con una pistola a vecinos del pueblo en dos ocasiones anteriores".

Durante la celebración de la vista oral en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Huelva, la propietaria del bar donde tuvieron lugar los hechos, F.T.R., subrayó que el acusado "era una persona conflictiva, pues decía que las pistolas eran su protección y siempre se defendía con su 'pipa'".

Asimismo, señaló que "nunca observé que fuera una persona agresiva ni violenta, sino muy tranquila", e indicó que el procesado "en el momento en el que entró en el bar C.R.G. me dijo que me ponía muy tonta cuando entraba mi amor, momento en el cual me acerqué a mi cuñada, A.N.H., y a C.R.G., quienes me comentaron que daba la impresión de que el guardia civil iba detrás mía, pues además me había invitado varias veces a comer y me hacía insinuaciones".

En este sentido, explicó que en el momento en que se dirigía a coger mantequilla para desayunar junto a las otras dos personas "el acusado sacó la pistola de debajo del periódico y me soltó un disparo". "Luego salí del bar a pedir auxilio y me refugié en un servicio de un supermercado, donde fue a buscarme y a comprobar si me había matado", agregó.

Igualmente, destacó que el guardia civil "era un cliente habitual, una persona de confianza en la casa", y añadió que "nunca lo denuncié porque no lo veía agresivo ni capaz de utilizar la pistola hacia mí, aunque sí hacia otras personas".

Por último, y tras subrayar que "jamás pensé que me quisiera matar a mí pero sí a otras personas", indicó que actualmente recibe tratamiento psiquiátrico a consecuencia de los hechos y tiene 65 grados de invalidez.

Por su parte, el otro herido en el suceso, C.R.G., subrayó que el procesado "ya le había sacado la pistola a un amigo mío, que me decía continuamente que nunca le diera la espalda al acusado, por lo que cuando iba al bar trataba de tenerlo de frente".

"Estando en el bar noté un disparo, pero creía que había sido un petardo", prosiguió C.R.G., quien señaló que "nunca había tenido ningún problema con él", y lo calificó como una persona "normal, fría, silenciosa y calculadora".

"TENIA CELOS"

Además, aseguró que "mi hipótesis es que estaba enamorado de F.T.R., y tenía celos de mí, por lo que le estorbaba y quiso matarme", al mismo tiempo que indicó que, a consecuencia de los disparos recibidos, sufre invalidez total.

El juicio, que prosiguió con la declaración de diversos testigos, entre ellos la dueña del supermercado donde se refugió F.T.R., continuará en el día de mañana con la declaración de los peritos judiciales.

La calificación provisional del fiscal, a la que ha tenido acceso Europa Press, señala que el procesado, de 62 años de edad, padece un cuadro de Transtorno de Ideas Delirantes que le llevaba a tener ideas consistentes en creer con certeza que F.T.R., propietaria del bar, y A.N.H. y C.R.G., clientes asiduos del establecimiento, le estaban envenenando a través del café que tomaba en el local y le estaban dejando impotente, a la vez que oía voces en su cabeza que le indicaban que tuviera cuidado con ellos y que los tenía que matar.

En este sentido, el fiscal relata que el 23 de abril de 2004, y determinado por esas voces y por la creencia en el daño que le estaban infiriendo aquellas personas y hallándose en una fase aguda de su cuadro psicótico, lo que le anulaba sus capacidades cognitivas y volitivas, se armó con la pistola, balas, varios cargadores y una navaja, y se dirigió al bar, donde en esos momentos se encontraba sola su propietaria, quien nada sospechó de las intenciones del procesado.

Así, y según el escrito de calificación provisional, la dueña del establecimiento le sirvió como siempre un café y le puso el periódico. Poco después, llegaron A.N.H. y C.R.G, quienes se quedaron en otro extremo de la barra desayunando, totalmente despreocupados de las intenciones del procesado, quien, resuelto a llevar a cabo su propósito de dar muerte a esas tres personas, sacó la pistola "de un movimiento rápido" y efectuó un disparo contra F.T.R, quien sólo pudo poner "instintivamente" la mano por delante, recibiendo el impacto del proyectil en la mano y en la cara y quedando tumbada en el suelo.

Igualmente, la Fiscalía relata que "de forma inmediata" y sin que las otras dos personas se hubieran dado cuenta de lo sucedido, se acercó a ellos y, llegando por detrás de A.N.H., le colocó la punta de la pistola apoyada en la nuca y disparó contra él, lo que hizo que éste cayera al suelo con heridas mortales que le provocaron la muerte poco después.

Posteriormente, y apuntando con la pistola a C.R.G, quien no tuvo tiempo ni de salir huyendo, efectuó otro disparo contra él, el cual le alcanzó en la parte delantera de la cara, pese a lo cual trató de darse a la fuga por el patio interior del bar, momento en el cual el acusado apuntó otra vez el arma para volver a dispararle, por lo que C.R.G. forcejeó con él tratando de quitársela.

Durante el forcejeo, y según el fiscal, el procesado golpeó en la cabeza y efectuó algunos disparos mas contra C.R.G., hasta que éste, como no lograba arrebatarle el arma, se marchó del bar hacia la calle, siendo perseguido por el acusado. Éste disparó varias veces más, si bien C.R.G. se cayó al suelo, donde permaneció inmóvil como si estuviera muerto, con lo que logró que el procesado no continuara con su propósito de matarlo en la creencia de que había fallecido.

En este momento, el acusado volvió sobre sus pasos en busca de F.T.R, quien se había refugiado en el interior del servicio de un supermercado. Una vez allí, el guardia civil efectuó cinco disparos contra la puerta del servicio tratando de alcanzar a F.T.R., y, posteriormente, se marchó a su vivienda, donde fue localizado por agentes de la Guardia Civil, quienes procedieron a su detención y le intervinieron el arma, tres cargadores, dos vacíos y uno con cuatro proyectiles, y una navaja.

Por todo ello, el fiscal pide la absolución del penado ante la circunstancia eximente completa de enajenación mental, su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario por un tiempo máximo de 35 años por un delito de asesinato consumado y dos delitos de asesinato en grado de tentativa y una indemnización de 125.000 euros.

Por su parte, la acusación particular de F.T.R. pide 24 años de prisión por el delito de asesinato consumado y 14 años por cada uno de los delitos de asesinato en grado de tentativa, mientras que la acusación particular de C.R.G. solicita 25 años de prisión por el delito de asesinato consumado y 15 años por cada uno de los delitos de asesinato en grado de tentativa.