El obispo de San Sebastián afirma que no se puede utilizar la tortura para atajar el "mal abominable del terrorismo"

Actualizado: miércoles, 9 septiembre 2009 16:03

OÑATI (GUIPÚZCOA), 9 Sep. (EUROPA PRESS) -

El obispo de San Sebastián, monseñor Juan María Uriarte, manifestó hoy que no se puede utilizar la tortura para "atajar el mal abominable del terrorismo" y apeló al diálogo frente a la simple aplicación de la Ley para lograr solventar las diferencias políticas existentes en el País Vasco.

"La comunidad cristiana, consciente de que los conflictos de cualquier tipo se resuelven auténticamente mediante la palabra, practicará y reclamará el diálogo como camino ineludible hacia la paz", añadió Uriarte durante la tradicional Eucaristía en honor de la Virgen de Arantzazu, patrona de Guipúzcoa, que se celebró en el Santuario de Arantzazu, en la localidad guipuzcoana de Oñati.

En su homilía, el prelado señaló que en una época en la que "la desesperanza sobre nuestro futuro como comunidad política acecha a muchos", es "preciso insuflar en nuestro alrededor una esperanza" que, según dijo, "tiene su fundamento en que Dios nunca nos deja de su mano".

"Cuando los conflictos en la calle parecen haberse recrudecido, se hace necesaria una postura de firme y rotunda repulsa de esta oleada destructiva y postular de los poderes públicos una respuesta adecuada y comedida, siempre respetuosa de todos los derechos humanos de la persona, de los que no pueden ser privados ni los más acendrados delincuentes", afirmó.

CRISIS ECONÓMICA

Por otra parte, Uriarte se refirió a la crisis económica, que "ya está apretando en nuestro entorno cercano", y frente a la cual reclamó "una política austera, eficaz y concertada" por parte de "todas" las instituciones públicas "responsables".

Asimismo, lamentó que muchas personas "increyentes o indiferentes" tienen una imagen "tan peyorativa" de la Iglesia, que "acaban mirándola no como un signo que apunta a Jesús, sino como un contrasigno que aparta de él". En este sentido, llamó a los fieles a "procurar transformarlos en lo posible con el humanismo del Evangelio", en lugar de caer en la "pasividad" y el "escepticismo".

Finalmente, recordó la labor de los franciscanos de Arantzazu cuando se cumplen los 800 años desde que San Francisco y sus hermanos espirituales fueron reconocidos por el papa Inocencio III.