Restos de ADN de la bufanda-tubo con la que se estranguló a Beatriz Collado en Granada son de la joven y del acusado

Actualizado: jueves, 21 febrero 2008 15:15

GRANADA, 21 Feb. (EUROPA PRESS) -

Los restos de ADN hallados en la bufanda-tubo con la que fue estrangulada Beatriz Collado, la joven de 27 años que desapareció el 1 de marzo de 2006 y cuyo cadáver fue encontrado flotando en el pantano de Cubillas en Granada al día siguiente, pertenecen a la víctima y al único acusado por el crimen, J.M.G., quien ayer sostuvo en su declaración que fue uno de los sicarios que lo amenazaban el que estranguló a la joven.

Los peritos que han declarado hoy así lo han confirmado al manifestar que las muestras de la "bufanda-tubo" con la que fue estrangulada la joven, probablemente desde atrás, son de la propia víctima y "7.000 billones de veces más probable que sean de J.M.G. que de cualquier otra persona", en función de los análisis realizados.

Las muestras analizadas, que no son ni semen ni sangre, son "compatibles" con restos del acusado, como por ejemplo piel, al tirar hacia atrás del cordón de la braga y estrangularla, ya que no había marcas alrededor de todo el cuello, lo que muestra que no se utilizó el mecanismo de cierre de la bufanda-tubo porque entonces habría surcos en todo el perímetro del cuello.

En la segunda sesión de la vista oral celebrada hoy en la Audiencia Provincial de Granada contra J.M.G. --acusado de asesinato, violación, detención ilegal, robo con multirreincidencia y tenencia ilícita de armas--, los peritos descartaron también la posibilidad de que se hubiera utilizado un torniquete para matar a la joven, tal y como argumentó ayer el acusado, porque las huellas serían diferentes.

Asimismo, el semen hallado en vagina de la joven y también el que se encontró posteriormente en el salvaslip es "1.200 trillones de veces más probable que sea del acusado que de otra persona", según manifestaron las peritos, que indicaron además que se encontraron "espermatozoides completos" en las muestras, recogidas sobre las 15.00 horas del día 2 de marzo, por lo que la relación sexual no debió ser más allá de 24 horas antes y la muerte debió producirse poco después.

La hora de la muerte fue con mayor probabilidad, según los informes, entre las 03.00 y las 05.00 horas, aunque también pudo producirse a las 01.30 horas, según los análisis realizados que tienen un margen de oscilación de tres horas. El cadáver no presentaba "signos de violencia intensa", aunque sí contusiones y lesiones producidas todas antes de la muerte. Tampoco constaban signos de haber sido arrastrado el cuerpo.

RESTOS DE COMIDA.

Respecto al análisis del contenido gástrico de la joven, "extrañó la integridad de los restos" de comida hallados, que eran patata cocida, tomate natural y pequeñas hierbas, aunque los motivos que bloquearon la ingesta pueden ser "múltiples2, entre ellos el miedo o el fallecimiento posterior, según manifestaron los peritos ante el Tribunal.

Uno de los agentes que participó en la detención manifestó que no se resistió ni declaró tampoco nada sobre el posible "miedo" que tuviera ante la amenaza de unos sicarios que lo amenazaron con hacerle daño a su hijo por no cumplir un acuerdo alcanzado en la cárcel, motivo que esgrimió ayer para haber violado a la joven, a la que, según dijo, no mató ya que eso lo hizo uno de los dos sicarios.

La vista contra el acusado, para el que el fiscal pide 30 años de cárcel y la acusación particular, que ejerce el que fuera su novio, 48 años, concluirá mañana con la declaración de más testigos y los informes finales.

La versión ofrecida ayer por el acusado nada tiene que ver con la calificación provisional del Ministerio Fiscal que expone que sobre las 22.35 horas del 1 de marzo coincidió el acusado de modo casual con Beatriz al haber estacionado momentáneamente su vehículo para hablar por teléfono con su novio.

El acusado le exigió que apagara el teléfono móvil, rompiendo el cristal de la puerta delantera del vehículo exigiéndole que saliera del mismo. En un lugar "no determinado" mantuvo con ella relaciones sexuales en contra de su voluntad. Posteriormente con "ánimo de acabar con su vida" tiró voluntariamente del cordón de la "bufanda-tubo" que ésta llevaba con la que la estranguló y la trasladó al pantano de Cubillas donde la depositó a escasos metro de la orilla.