El subdirector de Quatre Camins (Barcelona) pidió refuerzos minutos antes del motín e identificó a sus agresores

Actualizado: martes, 2 diciembre 2008 15:19

El responsable denunció la falta de seguridad y el tráfico de drogas en el módulo 1

BARCELONA, 2 Dic. (EUROPA PRESS) -

El subdirector de la cárcel de Quatre Camins, en La Roca del Vallès (Barcelona), identificó hoy, con nombres y apellidos, a los ocho internos que se abalanzaron sobre él durante el motín de abril de 2004 y le hirieron de gravedad. También explicó que pidió refuerzos minutos antes de que empezara la revuelta.

Durante más de dos horas, el subdirector de régimen de interior de la cárcel, M.T., explicó que la revuelta empezó después de un incidente con un preso y de que el acusado Francisco P.H.D. se encarara con él porque no le permitía llamar por teléfono. Después el interno se fue hacia el fondo del patio chillando: "¡Están calentando el patio, nos están buscando!"

Fue entonces cuando M.T. se dio cuenta del peligro y ordenó a un compañero ir a buscar personal de refuerzo porque "dentro de unos momentos" iban a "tener problemas" y ese día estaban "muy justos de personal" en el módulo 1, donde se concentraban los presos más conflictivos y con condenas más largas.

Antes de que pudieran llegar los refuerzos, los presos Francisco P.H.D., José A.B., Bonifacio G.R., Antonio P.S., Jesús N.M., Jorge I.A., Valentín G.E. y Olivier V.N. --puede que un noveno recluso-- se abalanzaron sobre él y el primero de ellos le propinó un puñetazo que le hizo caer al suelo, donde empezaron a golpearle en la cabeza. "Perdí el conocimiento y gracias a eso salve mi vida", señaló.

El funcionario resultó herido de gravedad, a causa de un traumatismo craneoencefálico, heridas punzantes y otros golpes, que lo mantuvieron de baja durante un año. Cuando volvió a trabajar, fue destinado a otra prisión.

M.T. explicó que, en tanto que subdirector del centro, "conocía la cara y el nombre" de todos los reclusos que llevaban más de una semana internos, lo que le permitió identificar a sus agresores, algunos sospechosos de introducir droga en la cárcel, donde, cuando llegó en octubre de 2002, "no había apenas vigilancia" y el tráfico de estupefacientes era "un problema grave".

"Nunca había visto una cosa igual", explicó el subdirector, quien vio a un interno inyectándose droga en el patio el día que llegó. Como medida para erradicar el tráfico de estupefacientes, en abril de 2004, prohibió la entrada a la lavandería de los presos que no trabajaran en ella, pues "se reunían allí y se hacía el reparto de estupefacientes".