La suministradora de explosivos de Mina Conchita indica que envió 2.000 kilos de Goma 2 ECO en febrero de 2004

Actualizado: martes, 27 marzo 2007 21:01

MADRID 27 (EUROPA PRESS)

El encargado de Canela de Seguridad, la empresa que distribuía explosivos a Mina Conchita, de donde supuestamente los terroristas sustrajeron los explosivos y detonadores que emplearon en el atentado del 11-M, afirmó que a partir del 2002 o 2001 se comenzó a proporcionar Goma 2 Eco a éste clientes. También concretó que en enero del 2004 se envió una partida de explosivos de 2.000 kilogramos a Mina Conchita y dijo que el pedido fue el habitual para esta explotación.

El testigo precisó que hace "cinco o seis" años se cambió la sustancia de explosivo con la que comercializaban, en concreto Goma 2 EC, por el producto Goma 2 Eco, y que su empresa recibía alrededor de 8.000 o 10.000 kilogramos de explosivos al mes.

Respecto a los detonadores, precisó que su empresa proporcionaba detonadores de aluminio porque eran los "más baratos", pero que en caso de que la numeración que requería el cliente no existiera en modelo de aluminio, se le cambiaba por un modelo de cobre.

A preguntas de una acusación particular, el testigo no pudo recordar si en febrero del 2004 su empresa proporcionó partidas de detonadores de cobre a Mina Conchita, pero apuntó a que "poco antes" de los atentados se comenzó a distribuir modelos de cobre en lugar de los habituales modelos de aluminio.

También señaló que el cableado habitual de los detonadores que requerían sus clientes, y en concreto la empresa Mina Conchita, tenían una longitud de dos metros, pero que también proporcionaban otros modelos con mayor longitud de cable "de la unidad que hubiera".

Además, describió que las bandas de los cables de los detonadores construidos a partir de aluminio eran de color rojo-azul, rojo-blanco o rojo-amarillo, e insistió en que los detonadores que se empleaban en las minas de carbón no se enviaba detonadores de aluminio salvo que se introdujeran "por error" en la partida de pedido.

Durante el interrogatorio, explicó que los explosivos y los detonadores estaban numerados y que quedaban registrados por la empresa Unión Española de Explosivos, pero aclaró que el reparto solía realizarse de forma rotatoria, detallando que se gastaba una numeración concreta para empezar a emplear otra.

El testigo afirmó que el polvorín que regentaba estaba supervisado por la Guardia Civil y que eran los agentes del Instituto Armado quienes poseían las llaves del fuerte. Tampoco concretó si el explosivo estaba disponible en cartuchos, y simplemente reseñó que se mencionaba el tipo de dinamita en la etiqueta de las cajas.

"CONOCER MUCHO EL TERRENO"

Por otra parte, el minero Gonzalo López, que trabajó siete años en Mina Conchita como picador y estuvo imputado en la causa aunque finalmente no fue procesado, indicó hoy ante el tribunal del 11-M que "había que conocer mucho la mina" para llegar a encontrar cartuchos o detonadores a pesar de la carencia de medidas de seguridad. Reconoció, no obstante, que era factible sacar explosivos de allí.

El testigo, que trabajó en la explotación con los acusados José Emilio Suárez Trashorras y Raúl González Peláez --con el formó pareja-- indicó que a primera hora de la mañana cuando llegaban al trabajo "el primero que se cambiaba" pedía las llaves al vigilante para recoger los detonadores que necesitara para la jornada, y que se encontraban guardados en un mini polvorín.

"La llave se iba dejando de unos a otros para que cada uno cogiera lo que necesitaba", dijo el testigo que explicó, además, que el mismo llavero incluía también las llaves de acceso a los mini polvorines donde se guardaba el explosivo. Cuando ya no hacía falta, el llavero se dejara "en el cruce de caminos", destacó y añadió que todos los trabajadores, incluyendo los antiguos, conocían el lugar donde quedaba depositado.

Relató, además, que cuando sobraban cartuchos al final de la jornada, se quedaban "en cajas abiertas" en la boca de la galería o escondida "en el tajo". Añadió que el vigilante, Emilio Llano, nunca le dijo que tenía que devolver el explosivo sobrante y recalcó que éste no se destruía al final de la jornada.

"Todos los compañeros utilizaban explosivos o detonadores y todos ellos tenían acceso a ese material", puso de manifiesto el testigo.

López, añadió que actualmente trabaja para otra de las explotaciones de la empresa, la mina Arbodas, y destacó que la seguridad en otros yacimientos de la compañía era mayor y que aumentó más aún tras los atentados del 11 de marzo de 2004.

Explicó, además, que los últimos días de cada mes se medían los metros de trabajo realizados por cada minero y que, en función de la media resultante, se descontaba de sus sueldos el explosivo utilizado.