Varios testigos sitúan en Montbui al acusado de matar a la ex edil de CiU en Igualada (Barcelona)

Actualizado: martes, 7 octubre 2008 19:34

BARCELONA, 7 Oct. (EUROPA PRESS) -

Los familiares y compañeros de trabajo del albañil acusado de matar a golpes a la ex concejala de CiU en Igualada (Barcelona), Francesca de Paula Castelltort, confirmaron hoy la coartada del procesado y le situaron en Montbui (Barcelona) en el momento del crimen, ocurrido entre las 17 y las 19 horas del 31 de octubre de 2006.

Durante la segunda sesión del juicio con tribunal popular que se celebra en la Audiencia de Barcelona, la madre del imputado, Iván M.F., de 28 años, aseguró que, entre las 16.30 y las 17 horas, cuando esperaba a sus sobrinas a que salieran del colegio de Santa Margarida de Montbui al que iban, vio a su hijo pasar con la furgoneta de la empresa en dirección al casco antiguo de Montbui.

Una vez allí tiró, en un descampado que utilizaban habitualmente a modo de vertedero, los escombros generados en las obras de mejora que realizaba en el caserón deshabitado y sin luz que Castelltort, de 55 años, casada y con tres hijos, tenía en la calle Òdena de Igualada.

Después, dejó la furgoneta --con las llaves de la casa en su interior-- en el aparcamiento de la empresa y se encontró con un compañero, Francisco V.A., quien le dijo que su jefe le estaba buscando. Poco después de las 17 horas, llegó al domicilio y la mujer del propietario le dijo que necesitaban las llaves del caserón.

En lugar de ir a buscarlas, Iván M.F. regresó a la empresa y se puso a soldar una barandilla en el almacén unos 30 minutos --sin que nadie lo viera-- y, cuando acabó, regresó a casa de su jefe, sobre las 17.30 y las 17.45 horas.

Una vez allí, el hermano del jefe, Josep B.G., se ofreció a ir a buscar las llaves a la furgoneta y llevárselas en moto a Castelltort porque ésta, como sólo había un juego, se las había pedido para supervisar el progreso de las obras. Fue el marido de la víctima, Sebastià M., quien le abrió la puerta sobre las 18.10 horas.

Esa tarde, el hombre descubrió que su esposa se había dejado el móvil en el domicilio y, cuando no regresó a la hora de cenar, supuso que estaba en una reunión del partido de las que, a menudo, regresaba pasadas las dos de la madrugada, por lo que se fue a acostar.

Sebastià M. se despertó sobre las seis de la mañana y, al descubrir que no había ido a dormir, empezó a preocuparse y pensó que, quizá, la habían secuestrado y fue a comprobar los movimientos de las cuentas corrientes comunas en dos cajeros automáticos, pero no había nada extraño. "Sobrepasado" por la situación, no se atrevió a llamar a los compañeros de partido de su esposa por miedo a que confirmaran su desaparición.

Al pasar por delante del caserón, descubrió que la puerta de entrada sólo estaba encajada y que un antiguo lavamanos de mármol había sido arrancado, por lo que subió para comprobar si las puertas de acceso a las dos plantas estaban cerradas y, al estarlo, no fue a casa para buscar las llaves y asegurarse de que no faltaba nada, lo que le hubiera permitido descubrir el cadáver de su mujer.

Sobre las 10 de la mañana y sin noticias de los supuestos secuestradores, Sebastià M. denunció ante los Mossos d'Esquadra la desaparición de su esposa, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en la terraza del primer piso del caserón con evidentes síntomas de violencia.

La última persona que vio con vida a Castelltort fue un compañero de partido, Marc C.R., quien se la encontró en la calle y estuvo con ella unos dos minutos, sobre las 17.20 horas, antes de que la fallecida siguiera su camino hacia el caserón.

Según la versión del acusado --que se enfrenta a una pena de 25 años de prisión por asesinato con alevosía y ensañamiento--, a esa hora, ya había dejado la furgoneta, en la que posteriormente se hallaron restos de sangre de la víctima, en el aparcamiento de la empresa, en Montbui, donde cogió su coche, pasadas las seis de la tarde para regresar a su casa, en Santa Margarida de Montbui.

A preguntas del abogado de Iván M.F., que se basa en los "fallos técnicos" de la Policía catalana como uno de los pilares de su defensa, los propietarios de la empresa reconocieron que fueron ellos quienes, tres días después, llevaron la furgoneta a los Mossos. Los agentes también requisaron tarde la ropa del procesado, pues su tía ya la había lavado para sacarle el polvo de la obra.

En cuanto a la huella de Josep B.G. que se encontró en el lugar del crimen, el testigo aseguró que no estuvo en el caserón ese día y que sólo había ido allí entre dos y siete días antes para reparar una gotera de la terraza, que Iván M.F. estaba impermeabilizando los días previos al asesinato.