Actualizado 02/01/2010 13:00

Andrés Aberasturi.- Ni una cosa ni otra hasta que explote

MADRID 2 Ene. (OTR/PRESS) -

Lo malo de los razonamientos es que, una vez lanzados, pueden ser un dardo en el razonamiento del contrario o bumerán que se vuelve contra el pensador. Tras las palabras del presidente del Gobierno en su análisis del año, no va a ser fácil que nadie de su gabinete o de su partido pida colaboración o acuse de no arrimar el hombro a los ajenos al PSOE y muy especialmente a la oposición. Ha dicho ZP algo que parece obvio aunque discutible: el pacto con el PP es imposible por cuestiones ideológicas. Normal. El presidente cree en el intervencionismo y los de Rajoy ya se sabe que son liberales. El PSOE -o ZP, que no es exactamente todo el PSOE- es partidario de la regularización y la derecha de la autorregulación de los mercados. Hasta ahí todo bien y es, en definitiva, lo que le ha venido diciendo Rajoy cada dos por tres: que no puede apoyar unas medidas en las que no sólo no cree sino que piensa que están radicalmente equivocadas. Será el tiempo -poco tiempo- quién de o quite razones.

Pero el reproche que se le puede hacer al presidente no es el de no comulgar con la teorías liberales sino el de no ser del todo consecuente con sus propias recetas, de ser lo que podríamos denominar "intervencionista pero poco" que es como ese imposible de estar "un poquito embarazada". Uno recuerda las recetas de Felipe González (recogidas por la revisa 'Claves' a mala leche creo que por Ignacio Sotelo cuando aun había dialéctica en el PSOE) donde FP se declaraba, entre otras cosas, decido partidario de la nacionalización de la banca y los sectores energéticos. Terminó haciendo, como se sabe, una reconversión industrial tan dolorosa como necesaria. El INI ya lo había hecho Franco, Iberia y RENFE eran empresas del estado y los astilleros y la minería sectores fuertemente subsidiados que sangraban la economía del país. Es verdad que nacionalizó RUMASA más por política que por economía pero la malvendió inmediatamente en un negocio que aun está por explicar.

González también tenía una ideología socialista pero cuando tuvo que gobernar el país lo hizo acomodando sus ideas a una realidad que superaba cualquier planteamiento previo y por eso se encontró de bruces con un par de huelgas generales; entre la "paz social" o la realidad, eligió la realidad. Y es eso lo que le diferencia de ZP. Nuestro actual presidente pretende que la realidad se adapte a sus ideas y ha hecho de la paz social un paraíso mítico y obsesivo. Porque lo que ZP no quiere aceptar -y mira que la cosa es vieja- es que resulta mas eficaz enseñar a pescar que repartir el pescado y por eso su Gobierno gasta en pescado muchísimo más de lo que ingresa. Naturalmente eso vale mientras quede pescado, mientras haya crédito, pero no sólo no soluciona nada sino que complica mucho el futuro. La única solución es recaudar más y para ayudar a los desfavorecidos se sube el IVA que es un impuesto indiscriminado y que por tanto perjudica más a los que luego hay que volver a subsidiar. Y así estamos jugando a dos bandas, siendo intervencionista pero poco y aceptando algo del liberalismo pero con matices; o sea, ni una cosa ni otra hasta que esto explote por alguna parte.

Si de verdad se quiere intervenir -que es una opción- pues adelante y hasta el fondo. ¿Qué es eso de salvar bancos privados con el dinero de todos y no sólo no quedárselos sino sanearlos sin exigir nada a cambio? Eso es lo que no se entiende. O te inventas el Plan Badajoz (que recordarán los más viejos) o no te lo inventas; o te montas un plan quinquenal o no te lo montas. Pero lo que no cuadra es actuar con las dos manos a la vez: si con la izquierda haces cosas que luego disimulas con la derecha, el resultado final es que no haces nada.

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