Actualizado 20/03/2010 13:00

Andrés Aberasturi.- Una descentralización absurda.

MADRID 20 Mar. (OTR/PRESS) -

Los esfuerzos de la ministra Trinidad Jiménez por alcanzar acuerdos con los gobiernos autonómicos en materia sanitaria son desde luego elogiables pero el problema es que nunca debieron ser. Haber descentralizado la Sanidad del modo tan salvaje como se ha hecho, no ha traído más que perjuicios y problemas a unos y a otros. No me opongo a una cierta y muy necesaria descentralización de forma que cada comunidad pueda resolver y gestionar sus problemas desde más cerca del ciudadano; pero de ahí a lo que hemos llegado existe la misma distancia que hay entre la buena idea y el disparate.

Desde hace muchos años en España hay una muy buena -y cara- sanidad pública y sólo los mas viejos del lugar recordamos los tiempos en los que para solucionar un problema de cierta gravedad era necesario ir a Madrid o Barcelona. Eso hace ya mucho que no pasa y basta coger cualquier periódico para comprobar como se hacen trasplantes de auténtica vanguardia en varias comunidades o cómo equipos médicos en muy distintas capitales de provincia están a la cabeza en el tratamiento de diversas enfermedades y hasta de investigación.

Dicho esto, que es una verdad fácilmente constatable, viene la segunda parte: la "cosificación" del ciudadano para convertirlo en un número y tan sólo para así cobrar más del sistema nacional (a más cartillas, más cobra la comunidad) y todo lo que este perverso sistema lleva aparejado como el absurdo de las "fronteras sanitaria". Así, para determinados servicios no urgentes, un ciudadano de Guadalajara, por ejemplo, tendrá que desplazarse a Albacete y hasta se ha dado el caso de "trasbordar" a un enfermo en medio de la nada de una ambulancia a otra en la frontera de dos comunidades.

Tenemos, insisto, una buena sanidad pública que siempre ha sido cara y que con la descentralización absoluta no se ha abaratado sino que ha complicado la vida tanto a los profesionales como a los enfermos. Que el ministerio de Sanidad no tenga más remedio que limitar su actuación a una labor conciliadora entre las autonomías, clama al cielo de la lógica en una materia tan sensible. Doy por hecho que todas las consejerías de las comunidades buscan lo mejor para sus ciudadanos, pero la burocracia que conlleva la descentralización y el dinero que se gana, complican o al menos dificultan en gran medida ese noble fin de todos. Si un ciudadano domiciliado en Zaragoza, tiene un accidente de moto en Orense y quiere le traten en Toledo, (son ejemplos, lógicamente) ni se imaginan el calvario que va a padecer una vez pasado el peligro del primer momento. Porque es verdad que las urgencias son en general ejemplares; los problemas empiezan después.

Este asunto que pongo otra vez sobre estas líneas a raíz del último acuerdo logrado por Trinidad Jiménez, debería ser algo prioritario. No pretendo revocar derechos a las autorías ni dar pasos atrás en la descentralización, pero tal vez sería interesante llegar a que sea una realidad lo que ya era un derecho: que cada español pudiera elegir médico y hospital al menos en determinados casos y que esa elección no dilatase por culpa del papeleo, los permisos y las autorizaciones meses y meses unos tratamientos siempre urgentes; se podría trabajar en ese sentido o llegar al menos a acuerdo bilaterales entre comunidades de forma que la lógica se impusiera a la burocracia, lo cual, además de ser más coherente, resulta más barato.

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