Actualizado 24/05/2007 02:00

Antonio Casado.- Barbaridades Aznar

MADRID 24 May. (OTR/PRESS) -

Aznar está pasado de vueltas. Un día, recurriendo al proverbial gracejo que se despacha en Quintanilla de Onésimo, como todo el mundo sabe, le declara su amor en público a Ana Botella -¿se imaginan el cachondeo nacional si se le ocurre hacer algo así a Zapatero?- y al día siguiente acusa al presidente del Gobierno de llevarnos hacia la guerra civil. Rectifico: no dijo "guerra civil". Dijo que Zapatero ha logrado que media España no acepte a la otra media y eso "nos condujo a lo peor de nuestra historia hace setenta años". Juzguen por ustedes mismos sobre la literalidad de sus palabras.

El exceso verbal de Aznar viene a sumarse a otros dos de calibre grueso, bien aireados por los dirigentes del PP a lo largo de la Legislatura y, con redoblada pasión, durante la campaña electoral que está a punto de terminar. Ambos, claro, personalizados en el presidente del Gobierno democrático de la Nación. Uno, que pretende romper España, balcanizarla, vejarla, fragmentarla, romperla, desguazarla, humillarla. Como si la nación a la que pertenece fuera lo que el presidente Zapatero más odia en este mundo. Otro, que Zapatero trabaja para reforzar a ETA, que está más cercano a los terroristas que a sus víctimas, que prepara en secreto un oscuro pacto de rendición del Estado ante el chantaje de la banda. Y lindezas así.

Semejantes enormidades nos recuerdan una vez más la hondura del ataque de contrariedad sufrido por el partido de Rajoy en su noche aciaga del 14 de marzo. Pero es aberrante que la amargura de una derrota electoral se convierta en motor de un trabajo legítimo de oposición parlamentaria y alternativa de poder. Buscar el desgaste del adversario político está en la naturaleza de la competición democrática. Pero este tipo de acusaciones, como la formulada el otro por Aznar, son productos del odio y no de inspiradas en el odio y no en la rivalidad política.

Lo lamentable es que Mariano Rajoy, una personalidad caballerosa y templada, sin aristas, incapaz de odiar a nadie, incapaz de herir a nadie a sabiendas, se haya visto forzado a escenificar ese estilo abominable que no le cuadra en absoluto. No es de su colección el tigre sobre el que cabalga al actual presidente del PP. Y al tigre ya no hay quien lo pare en vísperas de los dos procesos electorales que se avecinar, el del domingo próximo y el de las generales. Las cosas han llegado a tal punto, por el tipo de oposición desplegada por el PP, que Rajoy o Zapatero ya no estarán en la siguiente Legislatura. Su confrontación personal no busca el desgaste sino la muerte política del otro.

Barbaridades como la proferida por el ex presidente del Gobierno y padrino político de Rajoy son elocuentes a esos efectos. Ese tipo de excesos verbales sí que sirven para excitar el enfrentamiento civil. Pero, por suerte, los españoles no "van ladrando como perros furiosos su rencor por las esquinas", por utilizar una expresión del propio Aznar cuando era presidente del Gobierno.

Antonio Casado.

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