Actualizado 27/03/2008 01:00

Antonio Casado.- Cinismo global

MADRID 27 Mar. (OTR/PRESS) -

A la contra de EE UU y la UE, que no tienen la menor intención de usar sus respectivos poderes contra la dictadura comunista de la China Popular, el presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, ha dicho que "todas las opciones están abiertas" respecto a las iniciativas que puede tomar su país, de cara a la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín, para afear la conducta del régimen chino. No solo por su forma de reprimir las protestas populares en el Tibet. También por la situación de los derechos humanos en China. Pero no conviene exagerar. Por una parte, los portavoces del Elíseo se apresuran a señalar que el presidente sólo se refería a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, aunque muchos entendieron que estaba anunciando un boicot general, incluida la retirada de los deportistas franceses. De eso, nada. Y menos cuando Francia acaba de firmar con esta primera potencia del siglo XXI un contrato que supera los 20.000 millones de euros en venta de aeronaves construidas en el país galo.

Y, por otra parte, el propio Sarkozy deja abierta una salida a los dirigentes chinos cuando, invocando su "sentido de la responsabilidad", les pide algún gesto que permita a la comunidad internacional seguir mirando hacia otro lado. O sea, que el flamante esposo de Carla Bruni se conformaría con ese gesto para quedar como el único político del mundo que tuvo el coraje de plantar cara a los responsables de una dictadura que afecta a unos 1.300 millones de personas.

Cinismo en cantidades industriales. Cinismo global, podríamos decir, si nos fijamos también la posición de EE.UU y la UE, con noticias tan sorprendentes como la entusiasta incorporación del inefable presidente de Venezuela, Hugo Chavez, a ese coro internacional que se ha formado para pedir que no se mezcle la política con el deporte. Como lo oyen. El mismísimo C.O.I. (Comité Olímpico Internacional) se declara contrario a "convertir a los deportistas en rehenes de la política". Y en este punto es donde uno se pregunta si las violaciones de los derechos humanos tienen que ver con la política o con los llamados delitos de lesa humanidad. Recordando las imágenes de orfanatos chinos, las condiciones de trabajo en la China profunda o la represión de las manifestaciones en Tibet, que han podido burlar la férrea censura a la que están sometidos los medios de comunicación en vísperas de los Juegos Olímpicos, hace falta ser muy hipócrita para relacionar todo eso con la política. La política es otra cosa.

Lo de Sarkozy no es menos hipócrita. Es muy fácil aprovechar el paso de las cámaras de televisión por lugares donde se violan los derechos humanos en este caso con el pretexto olímpico, para dárselas de benefactor de la humanidad. Lo difícil, lo meritorio, lo comprometido, sería hacer todo lo posible para que las cámaras vayan allí donde se violan los derechos humanos y pongan en evidencia a los responsables. Pero sin pretextos olímpicos ni otros. Simplemente porque los derechos humanos son innegociables.

Antonio Casado.

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