MADRID 26 Feb. (OTR/PRESS) -
Para "ganar en contundencia", el guión de la campaña socialista reclama un discurso en el que el que se presente a Rajoy como un líder autoritario y el PP aparezca asociado a la extrema derecha. Estas consignas forman parte de la estrategia de la "tensión", desvelada ante el micrófono chivato de Gabilondo por el propio presidente Zapatero y elegida por su estado mayor como la más adecuada para movilizar al votante perezoso de la izquierda. El PSOE parece haberse contagiado del PP. Mala noticia. Sobre todo si el motivo es haber descubierto en carne propia la rentabilidad de la bronca. Va contra la creencia generalizada de que quien crispa pierde. Por tanto, si el adversario crispa es mejor dejarle por aquello de que si se pone la soga el cuello no hace falta apretarle el nudo. El PSOE ignora esa norma al descubrir que al PP le ha dado resultado su discurso faltón y denigratorio. Y ahora es como si quisiera imitarlo. Cree de pronto que vender "talante" durante estos cuatro últimos años solo sirvió para provocar chanzas, mofas y cuchufletas por parte de sus adversarios políticos.
Tendría gracia que asistiéramos a este tramo final de la reyerta con los papeles cambiados. O sea, con el PSOE de lobo y el PP de cordero. Lo cierto es que la gente de Rajoy se rasga las vestiduras al detectar el endurecimiento del discurso socialista, cuando en realidad, en todo caso, sería un remedo tardío del discurso desplegado por el PP a lo largo de toda la Legislatura.
Ahora el PP y sus falanges mediáticas quieren endosar la fama al PSOE después de haber cardado la lana durante cuatro años, en los que desplegaron un discurso no solo bronco, sino faltón, denigratorio, injurioso y especialmente despectivo con la figura del presidente del Gobierno. Ahí están las hemerotecas. La anunciada dureza del PSOE para la campaña consistiría no tanto en ponerse al nivel del PP y repetir esas malas prácticas sino, sobre todo, en hacer memoria y lanzarla contra el PP por ese modo de hacer oposición. En el peor de casos, el PSOE estaría haciendo en los últimos minutos del segundo tiempo lo que el PP ha hecho a lo largo de todo el partido. El debate televisado Zapatero-Rajoy será una buena ocasión para comprobarlo. No se ha producido a la hora de escribir este artículo, pero sí sabemos ya la gente de Rajoy le pide agresividad, incluso "mala leche". Es una opción. Otra es el cambio de papeles. O sea, que el agresivo sea Zapatero.
La verdad es que Mariano Rajoy se enfrente a un dilema ante este debate. Si vuelve a su discurso bronco y catastrofista, moviliza a los votantes de la izquierda. Y si opta por el "fair play", le puede ocurrir lo que a Pizarro. Atentos a la pantalla.
Antonio Casado.