Actualizado 08/07/2015 20:17

Antonio Pérez Henares.- El beneficio de la duda

MADRID 15 Jul. (OTR/PRESS) -

A Madina, de tanto no dejarse conocer, lo conocíamos todos. A Pedro Sánchez habrá que empezar a conocerlo ahora. El vasco era, aunque se intentara camuflar en lo posible, una copia dubitativa de la factoría zapateril y quizás ha sido eso lo que han detectado los militantes socialistas que tal vez hayan perdonado al contador de nubes que dejara a España como un guiñapo pero no que a su partido lo hiciera trizas. No quieren más ZP, aunque esas cosas de familia se endulzan con palmaditas, y han votado a Sánchez. Que no es ajeno ni a ese tiempo ni a ese entorno, lo prohijó Pepe Blanco y lo casó Trini Jiménez, pero parece otra cosa. Hasta ahora solo había sido un subalterno en la plaza de Madrid pero ayer comenzó, tras hacerse España de maletilla por las agrupaciones, su vida como "matador" que ha de encabezar carteles. Con permiso de la "Sultana" sevillana, claro.

Con una sabrosa y reconfortante participación de la militancia, que le otorga una legitimidad añadida que ningún secretario general ha tenido y con una distancia en votos de su contrincante que despeja cualquier duda- la monserga de que el madrileño solo ganaba con los votos del aparato y que si votaban "la base" era para Edu ha quedado revolcada en las urnas- Sánchez Castejón tiene ante si dos retos trascendentales. Conservar la hegemonía del PSOE en el seno de la izquierda, seriamente y por vez primera amenazada y volverlo hacer creíble como alternativa de gobierno, como fuerza "nacional" y vertebradora de España desde su idea de izquierdas. Tiene difícil lo primero y se la juega y nos jugamos todos mucho en lo segundo. Ayer hubo, en muchas gentes que no han votado PSOE y en bastantes que lo hicieron en algún momento pero que han dejado de hacerlo un cierto respiro de alivio. El nuevo secretario general socialista no parece, aunque haya tenido ya sus deslices verbales, abducido, como si lo están muchos de sus compañeros, por los postulados nacionalistas. Esa será la primera y quizás definitiva prueba de fuego de su liderazgo y de lo que de él podemos esperar, más allá de sus militantes y votantes, todos los españoles.

Con su flanco izquierdo le aguarda una dura pelea. Pero puede ganarla si no cae en la tentación de imitar lo que le es ajeno y le conduce a separarse precisamente de unas gentes mucho más sensatos en ocasiones que algunos de sus líderes. El cuerpo electoral del PSOE no es precisamente el de Podemos. Ni siquiera el de IU, aunque tengan vasos comunicantes. Y los arrimones de un lado dejan flancos desiertos por el otro. Si Sánchez toma su sitio, la batalla entre quienes puede establecerse, y a cara de perro, es entre IU y los de Iglesias el Mozo y por el segundo plato.

Pero también, y eso va a pesar de inicio más que nada, quedará por ver si a pesar de su triunfo su liderazgo es libre o estará tutelado. Y hasta que punto las relaciones con la Sultana Díaz son de colaboración o en realidad de dependencia. A ver si el triunfador de las primarias no se nos convierte en nada en un prisionero de Ferraz.

Que lo de las primarias es otra harina. Después de la elección de ayer. ¿Tienen sentido? ¿Qué voten quienes además de los militantes?Está comprometido pero muchos van a empezar a percibirlo como una verdadera sandez que no traerá sino problemas. Comenzaron ayer mismo a retrasarlas y no tengo yo claro si acabarán por celebrarse. Porque lo del domingo es en efecto positivo para el PSOE y para la democracia interna de los partidos. Un éxito sin paliativos del que otros deberían aprender. Pero llevar el experimento al absurdo de que voten la cabecera de una lista quienes no tienen arte y desde luego no son parte en ese club es algo que no tiene cabeza y puede que tampoco pies.

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